CONTANDO ESTRELLAS EN PUNTAGORDA
CONTANDO ESTRELLAS EN PUNTAGORDA
Horacio Concepción García
Las estrellas son un fulgor en la oscuridad, cándidos soles que evocan la idea de nacimiento y posteridad, es decir, un símbolo del espíritu. Los luceros iluminan de noche la bóveda celeste, cuando se apaga la llama sublime del día, y además han servido de guía, pues desde un principio el hombre creyó que el cielo era la morada de los dioses. La astronomía popular constituye un mundo original e interesante que nos han legado nuestros antepasados, unas experiencias acumuladas durante siglos en los campos y noches de Puntagorda.
En los albores de la humanidad, el mundo perceptible estaba ceñido a los límites del horizonte. Los antiguos por las noches tenían la maravillosa ceremonia de los cielos sembrados de estrellas. Para todos los pueblos agricultores y pastores el conocimiento del cielo ha sido fundamental. La visión de ciertas estrellas en el firmamento marcaba futuras condiciones esenciales.
Así, el modo de situarse en el ciclo anual de la Naturaleza, para conocer el momento de la labranza, de la siembra, de la trashumancia, etc., fue resuelto mediante la asociación a las apariciones y desapariciones de determinados grupos de estrellas o de la luna, ciclo que depende básicamente del sol y de sus vaivenes en el cielo.
En Puntagorda la aparición de «La Yunta» o «Las Boyeras» (Betelgeuse y Rigel), dos estrellas brillantes que simbolizan los bueyes que tiran del arado, señalaban que: «quedaban dos o tres horas de noche».
Al lado de «La Yunta» estaba «El Arado» (Orión), que cuando salía (entre agosto y noviembre) se sabía que: «quedaban unas pocas horas de noche», estas estrellas salen en posición sureste.
«Las Cabrillas al amanecer, pastores al pasto a pastar; Las Cabrillas al atardecer, pastores al monte a guardar».
En este caso, la referencia astronómica actúa como marca cronológica que indica al pastor lo que toca hacer en cada momento. El orto matutino de «Las Cabrillas» o «Las Siete» (Las Pléyades) tiene lugar a mediados de mayo y marca el inicio del verano, la época bonancible en la que el pastor debe conducir a su rebaño en busca de pastos. La segunda mitad del refrán alude al orto vespertino de Las Cabrillas que anuncia la llegada de la época invernal, cuando el pastor deberá resguardar su rebaño de los rigores borrascosos.
Su aparición también indicaba el inicio de la jornada y animaba a levantarse de la cama, también salen en posición sureste. Las Tres Marías o Los Tres Reyes Magos (Mintaka, Altinak y Alnilam) es un conjunto de tres estrellas dispuestas en línea recta especialmente visibles en invierno a partir de las once de la noche, situadas en el cinturón de Orión: «saliendo en octubre si eran visibles invierno lluvioso».
Las estrellas en el cielo
se mudan de aquí pá allí,
así se mudan mis ojos
de otro pá quererte a ti.
La astronomía (en un principio ligada a la astrología) surge en las civilizaciones de la antigüedad por la necesidad de crear un calendario y poder predecir diversos fenómenos celestes. Así, en las agrupaciones de estrellas se empezaron a localizar elementos sobrenaturales; personajes apocalípticos o venerados, benéficos o maléficos, que podían interceder ante las divinidades. Además, en estas culturas las creencias astrológicas eran de gran importancia, y por eso era necesario tener un registro fiable de: eclipses; fases lunares; cometas; de fotometeoros (como los arcoíris); etc.; que podían señalar acontecimientos futuros en la vida de los pueblos y de sus soberanos.
Las supersticiones y predicciones con respecto a las estrellas son tan pretéritas como la propia humanidad. Según las Sagradas Escrituras, al nacer Jesús, los Magos de Oriente declararon que habían visto su estrella brillar en el firmamento, la cual les guio hacia el lugar de su nacimiento.
Así, se originó la idea de que las estrellas brillantes indicaban una natividad. En el pasado se creía que cada estrella era el alma de una persona o que una estrella fugaz representaba a un recién nacido, cayendo el astro en el lugar donde nacería el niño. Un deseo formulado cuando la estrella iba cayendo se cumpliría con seguridad, pues pedirles un deseo equivalía a reconocer su poder.
Por otra parte, el contar de las estrellas se consideraba de mala suerte: «Es malo contar estrellas y peor señalar hacia ellas al contarlas, porque saldrán verrugas en las manos». Si en el contar de las estrellas salían verrugas en las manos, había que curarlas «vendiéndolas».
«Trabajar y dormir. Así, día tras día, a veces en largas noches invernales o del caluroso verano en Puntagorda, se asistía a las gallofas y a menudo se salía de madrugada, con la única luz del candil de las estrellas. También estaban los hachos de tea, que era con lo que nos iluminábamos, luz mortecina que iluminaba las veredas y caminos llenos de polvo, piedras y hoyos».
El mirador astronómico Roberto Rodríguez Castillo, se encuentra ubicado en la montaña de Miraflores o del Lucero, la cual debe su nombre a «el Viejo Lucero», Nicolás Lorenzo Hernández, apodado de esta forma porque una de las actividades que realizó durante su vida fue la pesca, donde como marinero tenía sus puntos especiales de referencia en el cielo. Si nos situásemos en este mirador y contemplásemos la Vía Láctea (también conocida como el Camino de Santiago), esa gran cenefa blanca sembrada de estrellas que atraviesa el cielo, vislumbraríamos que esta contiene aproximadamente unos 150 mil millones de estrellas. Para contar 150 mil millones de estrellas a razón de una por segundo, hacen falta más de 41.665.500 horas, es decir, necesitaríamos cerca de 4.756 años para realizar esta labor.
Según la heráldica las estrellas, el sol, la luna, y demás cuerpos astrales, tienen su propia simbología, que depende de su forma, número de puntas, color, etc. Las estrellas se han utilizado profusamente en muchos escudos municipales y gentilicios europeos, así como en las banderas de diversos países del mundo.
Ya en la antigua Grecia las estrellas se tenían como el símbolo de los héroes, pues según los antiguos griegos las estrellas eran las almas de estos que brillaban en el firmamento tras su fallecimiento, mostrando así las acciones generosas que habían hecho en esta vida. En las armerías europeas las estrellas, por su permanencia e inmutabilidad, son muy frecuentes en todos los blasones, relacionándose con: «la imagen de la felicidad y significa la grandeza, la prudencia, la verdad, la luz, la majestad, la paz y la eternidad».
La estrella de cinco puntas (que se obtiene extendiendo los lados de un pentágono regular hasta que se encuentran), fue utilizada en la Edad Media como talismán contra la brujería. La frase enunciada por el científico y pesador Carl Sagan: «somos polvo de estrellas que piensa acerca de las estrellas», es una de las ideas más científicamente poética basada en la evolución del universo. Después del Big Bang, la única materia que existía eran los átomos de hidrógeno, el elemento más básico y ligero del universo, a partir de ahí se formaron los demás elementos hasta llegar a nuestra propia existencia molecular. ¿Donde? En el interior de las estrellas. Según los últimos estudios científicos realizados el 97% de la masa del cuerpo humano está conformado por materia procedente de las estrellas, por lo que literalmente estamos constituidos de materia astral.
Horacio Concepción García
Sociedad de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Canarias