Una puerta al mar para el norte de La Palma, Juan Adalid, en Garafía

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Una puerta al mar
para el norte de La Palma, Juan Adalid, en Garafía

Celestino Celso Hernández

En mis deseos por conocer, en lo posible, cada palmo de terreno de nuestras ocho islas de Canarias, este verano me acerqué hasta una zona de la Villa de Garafía, que hacía tiempo quería conocer y que por fin pude recorrerla, con la inestimable asistencia logística de mis primos Fran y Toño y un amigo veterano, pero con ánimo y espíritu aún joven, Máximo, emigrante en Venezuela.

El lugar del que les hablo es conocido como los llanos o bajos de Juan Adalid, del barrio del mismo nombre, entre los barrancos del Salto y el Valle del Rey (barranco de Domingo Díaz más al oeste, bordeando el Cerro del Cerradero, y barranco de Topaciegas más al este). Sobre todo nos interesó conocer la línea de costa, a pie prácticamente del mar, pues es bien conocida la difícil orografía de buena parte de la isla de La Palma, y particularmente del norte de la misma. Fue una gran sorpresa encontrarnos con unas amplias llamadas, a las que no es difícil acceder, si bien se hace necesario mejorar el acceso, e incluso asfaltarlo, obras que no presentarán gran dificultad, ni tampoco coste, al transcurrir junto a un terreno arenisco, más fácil de trabajar.

Confiamos en que el Cabildo de la isla sea capaz de entender la puerta al mar, que representa y supone este lugar de la isla, que tiene además en la parte alta del barrio de Juan Adalid un punto de captación de energía eólica, con posibilidades de ampliar aún más su potencial energético.

Volviendo a la cercanía del mar, esta es una costa de la que hemos oído hablar en muchas ocasiones, por ser considerado un lugar de especiales condiciones, como refugio para la navegación, en situaciones de tormenta, que por todo el norte de la isla son más las veces que se encuentra el mar embravecido, que no las que está en plena calma.

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Sin embargo aquí, en la Caleta de la Manga, el duro mar del norte hace una excepción y permite que las embarcaciones puedan resguardarse de la tempestad, cuando ésta se presenta. La Caleta de la Manga se extiende entre la Punta de la Manga y el Roque Magdalena, junto con la limítrofe Costa del Arrogante, entre este último roque y el Prois de Don Pedro, de oeste a este (latitud 28º50’ N, Longuitud 17º54’ W). Completa este territorio singular, con un notable potencial como puerta de encuentro con el mar, tanto para los residentes, pueblos vecinos, como también para visitantes de la isla, la cercana montaña de La Centinela, a nuestra espalda, y a la izquierda de la pista de tierra que nos conduce al pié del mar.

En la montaña de La Centinela se encuentra la conocida Cruz de La Centinela, en torno a la que cada año tiene lugar la fiesta de la cruz, a principios del mes de mayo. Esta es una cita, que se encuentra bien marcada en el calendario de muchos garafianos y pueblos vecinos, por el especial sabor que aún conserva, en una convocatoria a la que hay que llevar absolutamente todo, menos la cruz, que allí permanece año tras año, para una fiesta que dura lo que dura el día de la cruz.

Todos estos son motivos, pues, para que las administraciones, sobre todo la insular, junto con la local y también la autonómica, pongan lo necesario, que no va a resultar precisamente excesivo, y abra aquí una gran puerta al mar, para todos los que deseen acercarse y disfrutar de estos parajes, así como acudir a la citada fiesta de la cruz de La Centinela.

“La primera referencia al topónimo Juan Adalid (4 de diciembre de 1507) está en los repartimientos hechos por el adelantado Alonso Fernández de Lugo (¿?-1525): «A Pedro Fernandez de Lugo, mi hijo, 50 cahices de secano de buena medida e dos fuentes de agua que en las dichas tierras están para proveimiento de ellas que son en la isla de La Palma, en Barlovento della, linderos el barranco de Linpisa, el barranco de Juan Adalid y por abajo la mar y para arriba la sierra» (Elías Serra Rafols, Las datas de Tenerife, libros I a IV de datas originales. Índices de Agustín Guimerá Ravina, La Laguna, Tenerife. Fontes Rerun Canariarum XII, 1978, p. 227). Sobre el origen del mismo, Gaspar Frutuoso (1522-1591) nos dice: «Garafia, que está debajo de S. Antonio más de media legua, poblado de habitantes ricos portugueses, donde hay también una fuente del Pinar, que se llama Juan Dalid, por un hombre de este nombre» (Gaspar Frutuoso –ca. 1568-, Las islas Canarias (de Saudades da terra). Prólogo, traducción, glosario e índices por E. Serra, J. régulo y S. Pestana, San Cristóbal de La Laguna, Instituto de Estudios Canarias, 1964, p. 128). “En este sentido se ha identificado a Juan Adalid con Juan de La Palma, awara cristianizado pariente lejano de Tanausú, reclutado por el adelantado para la conquista de la isla, quién obtuvo repartimientos en esta zona.” (Felipe Jorge Pais Pais, José Luis Reina Delgado, “Garafía, historia”, en Gran enciclopedia canaria, La Laguna-Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones Canarias, 1994, v. 7, pp. 1639). Véase, sobre estas referencias a Juan Adalid, en Garafía, que acabamos de citar, la página de “elpuron.com El periódico digital de La Palma”, noticias históricas de Juan Adalid.

Si a donde acudimos es al Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, el término ‘adalid’ nos lo define como caudillo militar, en su primera acepción, y guía y cabeza, o muy señalado individuo de algún partido, corporación o escuela, en segunda acepción. Todo parece indicar, pues, que el nombre de este barrio de la Villa de Garafía, Juan Adalid, debe corresponder a un personaje de nombre Juan, que fue adelantado, pionero, guía, cabeza o persona muy destacada en la ocupación y colonización de este territorio del norte de La Palma, tras el final de la conquista de la isla, por Alonso Fernández de Lugo, el 3 de mayo de 1493.

En una isla, y especialmente en una zona norte de la misma, en la que resulta bastante difícil, no ya el contar con una zona de mar apropiada para el baño, con seguridad, sino incluso el mismo acceso a las zonas costeras, muchas veces teniendo que hacerlo a pié, contar con estos llanos o bajos de Juan Adalid es toda una suerte, que debe ser aprovechada. Hemos tenido oportunidad de visitar, en distintas fechas, prácticamente toda la costa que podemos encontrarnos desde Santa Cruz de La Palma hasta Tazacorte, por el norte, o lo que es lo mismo la mitad de la costa de la isla, y sabemos lo difícil que resulta encontrar un buen acceso hasta una zona de baño en el mar.

Hay incluso lugares costeros bien conocidos, como la zona de Martín Luis y el callado y playa de Nogales, en Puntallana, o el Charco Azul y Puerto Espíndola en San Andrés y Sauces, y también La Fajana, en Barlovento, estas dos últimos con acceso por coche hasta la línea de costa, o la también llamada Fajana de Franceses, ya en Garafía, la singular playa de Bujaren, junto al puerto de Santo Domingo, y siguiendo en dirección oeste el Callejoncito. Y en suma, el Puerto en este caso de Puntagorda, y la Cueva Bonita y Jesús a la costa en Tijarafe, hasta llegar al Puerto y Playa de Tazacorte.

Las dificultades de acceso en la mayoría de estos puntos es sobradamente conocida, por lo que si podemos contar con algún punto más, que nos permita un buen acceso, que sea además una costa resguardada, y rodeado de un paraje singular, con lugares incluso “bañados” de leyenda y tradición, como reúne Juan Adalid en Garafía, se debería hacer todo lo posible por facilitar el acceso y aprovechamiento al mismo.

Antes de poner cierre a estas impresiones hemos tenido la suerte, por casualidad, de encontrarnos con otra opinión, que se mueve por cauces similares a la nuestra. Pocas fechas después de haber visitado la costa de Juan Adalid, al pasar por uno de los comercios de la isla, en donde suelen ser depositados, para su disposición gratuita al público, recogimos la publicación D’Ocasión. La revista publicitaria de La Palma.

Pues bien, en su número 14, correspondiente al 7 de agosto de 2015, en su penúltima página, nº 39, nos encontramos con la sorpresa de un breve artículo, que lleva por título “Un idílico tesoro oculto en la costa norte. Juan Adalid”. Se publica en español y en alemán, como todo el contenido de esta publicación quincenal, que edita la estimada cifra de 15.000 ejemplares. Dice este artículo, entre otras manifestaciones, con las que coincidimos: “Uno de los paisajes más evocadores de la isla encuentra en el garafiano norte su ideal marco. Juan Adalid, a la que se accede a través de la carretera general LP-1 (…) dejará a más de uno con la boca abierta.

Los valores más perceptivos del lugar se realzan en esta zona que, independientemente de la época del año en que se visite, siempre sorprende a los ojos curiosos. (…) si persistimos en el acercamiento a la costa, una larga pista de tierra nos llevará a salvajes explanadas donde, entre no habituales tuneras de largos picos, nacerá el sendero por el desfiladero que nos llevará al postre de la visita: acceder a las piscinas naturales de Juan Adalid, uno de los más idílicos tesoros de nuestra isla.”

Gratifica haber encontrado y coincidido con alguien que comparte nuestro parecer, con relación a este lugar de la Villa de Garafía, Juan Adalid, que como podemos comprobar, también a través del citado artículo, ofrece unas grandes posibilidades paisajistas, de ocio (acampada y deportes de la naturaleza), y por consiguiente buenas posibilidades turísticas. Esperemos que nuestro mensaje llegue a buenos oídos de las administraciones local, insular, autonómica, e incluso estatal.

Director del Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl MACEW, y Vice Presidente de Arte del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias IEHC, en Puerto de la Cruz.

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