San Andrés y Sauces
San Andrés y Sauces
Villa y Ciudad
Belén Lorenzo Francisco
“La Villa y Ciudad se forjó como muchos núcleos urbanos en las islas, bajo la construcción de ingenios de azúcar. Se albergaron desde un principio dos zonas en el municipio (…). La parte de abajo, la zona costera, erigió su presencia en función de la ubicación de su nimia ermita, más tarde hermoso templo, donde las casas y chozas de pajas asentaron su presencia en las cercanías.
San Andrés es uno de los núcleos más antiguos de La Palma y ostenta el título de Villa desde los primeros años de la conquista. Como ese documento se perdió en el ataque pirático que sufrió la isla en 1553, la Junta Soberana formada en la misma en 1868 acordó expedir uno nuevo, haciendo extensivo el título de Villa a Los Sauces. Un tiempo después, en 1900, la reina regente Doña María Cristina, en nombre de su hijo el rey Don Alfonso XIII, le concedió el título de Ciudad a todo el municipio.
En las páginas de Vieja melodía del mundo se recoge también el barrio donde nació su autor: Las Lomadas. En ellas Andrés Expósito recrea, de una forma muy especial, las fiestas en honor a San Pedro y San Pablo, que se celebran siempre a finales de junio:
“Por esos días se celebraban como todos los años las fiestas en la ermita, dedicadas a San Pedro. La iglesia se engalana, así como también la plaza que la rodea. El monte que comienza justo donde acaba la ermita huele a brezo, a tagasaste, a laurel, y ese olor se impregna en la ermita, sobre todo en la oscura noche, que parece entonces que el sentido del olfato adquiere mayor fuerza y relevancia” (p. 90).
Aunque no hay noticias sobre la fundación de la iglesia de San Pedro Apóstol, se sabe que su antigüedad se remonta, al menos, a 1525, pues existen libros de cuentas de ese año. En 1718 fue reconstruida y, más tarde, ha sido objeto de sucesivas reformas. En cualquier caso, se trata de una construcción sencilla, de una única nave, con cubierta de teja árabe y armadura mudéjar, que luce un arco ojival en su portada. En época más reciente se añadió un segundo cuerpo destinado a sacristía.
Con el tiempo, este templo se ha convertido en el centro de una celebración que dura varios días:
“Las fiestas estaban estructuradas con toda clase de festejos y actividades, desde ferias de ganado, lucha canaria, las carreras de sortijas, las danzas, montaban voladores en tubos en las esquinas de la plaza, que más tarde salían lanzados hacia el cielo, explotando arriba, mientras abajo, numerosos niños, cercanos a la zona de lanzamiento, se agolpaban para quedar maravillados por el estruendo y la luminosidad de dichos explosivos. Estaban también los enramados llenos de fresca y sabrosa fruta” (pp. 91-92).
La iglesia de San Pedro se decora con ramos de frutas que eran algo más que un adorno: se convertían en intermediarios del cariño entre los más jóvenes:
“Los ramos frutales (…) no solo tenían como destino ser subastados para recaudar fondos y sufragar los gastos de la fiesta, sino que eran también una prueba de amor para los jóvenes enamorados.
Consistían en un delgado armazón interior de alambre donde se colocaban paulatinamente sabrosos frutos, hasta formar unos hermosos y entretejidos ramos frutales, donde su particular forma depende única y exclusivamente de quienes los hacen, y luego los llevan a la plaza con la delicadeza y el esmero cuidado para no estropearse y ser colgados desde el techo mudéjar del interior de la iglesia, en la misma manera que si fueran múltiples campanas. Los jóvenes enamorados pujaban por el ramo hecho por su amada. Gastaban sus ahorros para conseguir el ramo” (pp. 92-93).
Hoy, continuando con la tradición, se siguen construyendo esas pequeñas arquitecturas de fruta con las que se engalana la iglesia de San Pedro. La fiesta, que tendrá lugar este año entre los días 28 y el 30 de junio, les aguarda: quedan todos invitados.
Belén Lorenzo Francisco.
Si un sí o un no pueden cambiar una vida,
una historia puede ser contada en pocas palabras: http://todaslaspalabrascuentan.blogspot.com.es/
Escritora, historiadora del arte y musicóloga, ejerce profesionalmente como archivera. Mantiene los blogs literarios: «Todas las palabras cuentan» y «Relatos para leer de pie»