RENDICIÓN

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Oswaldo Paz Pedrianes

Rendición

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Está bien, tú ganas. Lo has logrado. Me rindo. Sin condiciones. Sin excepciones. Ha costado, ha sido duro. Noches de soledad, sin abrazar el sueño. Días aterido de frío por más abrigo que pusiera sobre mi piel. Muchas batallas, mucho dolor derramado a nuestro paso, muchas heridas profundas, clavando una y otra vez el afilado cuchillo de las palabras donde sabíamos que más daño hacen. Sí, duele, pero ya está. Izo la bandera blanca en el mástil carcomido de nuestra relación. O lo que sea que fuese lo nuestro.

Al principio, cuando todo empezó, cuando el calor nos invadía, parecía que nos habían atado con cuerdas el uno al otro, pegados, tan unidos como siameses.

No quería soltarte. No querías despegarte. El sudor resbalaba, pero no importaba. Sonreíamos. Pero luego, los nudos de la locura, de la necesidad, se fueron aflojando. Se fueron soltando. Nadie dijo nada. Ni tú, ni yo. Ya cabían cosas entre nuestros cuerpos. Y empezamos a guardarlas en el cajón de los reproches: dudas, miedos, celos, ira, desamor, distancia, rechazo, daño, otros, otras. Y a cada momento, según cambiara de dirección el aire, abríamos esos cajones y nos escupíamos su contenido a la cara, para que doliera, para estar por encima del otro, para ponerlo bajo la suela, para derrotar al enemigo. Para acabar. Para matar lo que un día fue. Y ya no es.

Tú lo comprendiste enseguida. A mí me costó más. No quise verlo.

Rendición

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Insistí en ponerme el antifaz del todo sigue igual, mientras tú me gritabas que abriera los ojos, lo suplicaste.
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Cuando yo creía estar en un jardín de hierba húmeda y verde donde caminábamos descalzos, tú sentías cómo abrasaba tus pies la ardiente arena del desierto que ya éramos. Sin agua. Sin vida. Sin mañana.

No quise ver las señales. Tú encendiste las luces que iluminaron nuestra realidad, y abriste la puerta indicándome el camino con la cabeza gacha. Pasé a tu lado y no quise mirarte. Dolía demasiado.

Rendición

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Y me fui, entregando las armas, y vaciando de daño tu vida. Abre las ventanas. Deja entrar el aire. Que limpie los restos de nosotros.

(Contenido en el libro “El otoño cabe en una maleta”)

Oswaldo Paz Pedrianes

Oswaldo Paz Pedrianes (Garafía, La Palma, 1971) es Psicólogo y Terapeuta Familiar. Su carrera profesional ha estado dirigida a la ayuda especializada a menores en desamparo y sus familias en el ámbito social, trabajando en diferentes entidades a lo largo de su trayectoria. Actualmente desempeña su rol profesional centrado en la problemática del Acoso Escolar.

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