Prólogo para un proyecto de vistas y experiencias (plástico-literario) en la Capital: Bajar a Las Palmas.

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Prólogo para un proyecto de vistas y experiencias (plástico-literario) en la Capital: Bajar a Las Palmas.
Felipe Juan

Juan Francisco Santana Domínguez

Bajar a Las Palmas

Bajar a Las Palmas

Hace ya unos años el artista plástico Felipe Juan, artífice y creador de un proyecto multidisciplinar sobre los municipios de la isla de Gran Canaria, y Esteban Rodríguez García se ponían de acuerdo para llevar a cabo el de Las Palmas de Gran Canaria y es ahora, en este año 2018, cuando dicho proyecto ve la luz, basado en el trabajo pictórico de uno y los textos que lo complementan del otro. Antes de entrar en la cuestión he de decir que desde que tengo uso de razón he escuchado, a mis abuelos y a mis padres y a mis tíos, en casa, en el barrio de El Cardón, la frase “Bajar a Las Palmas”, utilizada cuando teníamos que ir a la ciudad.

Me preguntaba, en mi infantil e ingenua ignorancia, desde los años que ya se me hacen lejanos, sobre el hecho de que si estaba en la ciudad ¿cómo es que se decía que quería bajar a la ciudad? Hoy en día, leyendo a Tomás Morales, en su poema a la Calle de Triana, se puede reflexionar sobre ello pues es muy diferente lo que se denomina parte alta, o rural, de la ciudad (aunque habría que matizar este hecho), de la parte baja, o urbana, dos realidades muy diferentes:
Bajar a Las Palmas

Bajar a Las Palmas

“Todo aquí es presuroso, todo es vida;
y, ebria de potestad, en la refriega,
la ciudad, cual bacante enardecida,
al desenfreno comercial se entrega…”

No lo entendía en aquel entonces y me hacía múltiples preguntas que no encontraban respuesta pero pasados los años, después de indagar, investigando y reflexionando profundamente sobre ello, aquellas preguntas han logrado encontrar las respuestas, inexistentes en aquel entonces, que en el presente se multiplican y pienso en esa hermosa ciudad, ¡tan diferente al lugar en el que nací!, que es hoy una realidad fruto de la suma de los municipios de Las Palmas de Gran Canaria y San Lorenzo de Tamaraceite pero para indagar en esa cuestión éste no es el momento ni el espacio y sí para escribir sobre el ya mencionado proyecto plástico, en el que se casan la pintura y la escritura, uno más, de Felipe Juan, en esta ocasión acompañado por los textos de Esteban Rodríguez García que nos presenta, en algunas de sus aportaciones, cuestiones relacionadas con un silencio histórico, que se alarga en el tiempo, demostrando que se puede escribir sobre la ciudad de las Palmas abordando temas que otros, por su desconocimiento o por otro tipo de cuestiones, temen abordar.
Nos decía John Ruskin, el escritor británico nacido en 1819, en su obra Lecture on art:

“El paisaje puede ser comprendido por las personas refinadas; pero este refinamiento solamente puede adquirirse mediante la música, la literatura y la pintura”.

Bajar a Las Palmas

Bajar a Las Palmas

Efectivamente tenemos la visión pictórica y la de la escritura pero no puede faltar el de la música que es puesta por los sonidos del océano que abraza a la capital de la isla de Gran Canaria y el ir y venir continuo de una población urbana y la quietud, a modo de silencio, tan buscada por los visitantes europeos del principios del siglo XX, de sus espacios rurales, baste mencionar Tafira como ejemplo más significativo.

Escribía el poeta Arturo Maccanti, hijo de esta ciudad de Las Palmas de Gran Canaria:

“Tantos días pasando por aquí,
triste o alegre, con la vida
pasando por aquí, o con la costumbre
de la vida – es igual- pero pasando
siempre por esta calle y esta plaza…”

Este fragmento de uno de sus poemas nos ayuda a pensar que son muchas las veces que pasamos por un lugar y no nos percatamos de apenas nada cuando hay tantas y tantas cosas que saber del mismo; pudiera ser el nombre de la calle, el estilo arquitectónico de sus edificios, los colores de las fachadas o las personas que viven o han vivido en la calle o plaza y en este trabajo nos podemos percatar que tanto Felipe Juan como Esteban Rodríguez se han esforzado en ir más allá en sus aportaciones para que otros, nosotros, sepamos algo más y así reflexionemos sobre ello. No es poco lo que este tipo de trabajos nos ofrece y es por ello que debemos indagar en lo que tanto uno como otro nos plantean.

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Vemos cómo a través de unas obras pictóricas, fruto de la creatividad colorista del buen hacer de Felipe Juan, como sus antecesores, Comas Quesada, Vinicio Marcos o Nicolás Massieu y Matos, otrora pintaran, nos muestra diferentes lugares de la ciudad y Esteban Rodríguez García escribe sobre ellos, desde la cercanía, utilizando su personal visión y las entrevistas, que ha considerado convenientes, a singulares personajes, ligados a la historia de nuestra ciudad,

las Palmas de Gran Canaria, que le cuentan anécdotas y vivencias relacionadas con los diferentes lugares diseminados a lo largo de su geografía, tanto marítima como del interior de una capital que ya ha cumplido los 540 años de historia, transcurriendo tanto dentro y fuera de sus muros (conservándose hoy sólo una pequeña parte de aquella muralla, junto al Castillo de Mata) una serie de hechos que, en cierta manera, han moldeado su singular transcurrir histórico.

La ciudad fue construida en la parte sureste del antiguo cantón de Atamarasaid, uno de los muchos en que estaba dividida la isla antes de que se convirtieran en sólo dos, los de Gáldar y Telde, por motivos de defensa contra los europeos que aquí se iban a asentar. Esteban Rodríguez García, como hombre de Las Palmas, ha hecho lo que Manuel Padorno, nuestro gran poeta, escribiera en su obra “El náufrago sale”,

en su poema titulado “Hombre de Las Palmas”, que no es otra cosa sino recorrer la ciudad, desde Vegueta al Puerto, desde Triana al Muelle, pasando por sus playas y arenales:

“Montoncito de sal desparramada
por la bahía, por La Isleta. Vive
(del Puente palo al Puerto) en esa guagua
desde el Teatro al Muelle Grande, pasa
frente a la Playa de las Alcaravaneras…
Él, el hombre de Las Palmas, yace
en esa claridad, sentado, el pairo
la palmera contempla el arenal.”

Bajar a Las Palmas

Bajar a Las Palmas

No he querido caer en la tentación de decirles lo mucho que aprecio a Felipe Juan y a Esteban Rodríguez García (bueno, lo he dicho) pudiendo decir de ellos mil y una anécdotas compartidas en exquisita armonía, pero creo que es mejor que sea su trabajo, la unión de sus aportaciones, las que nos lleven de la mano a recorrer esta hermosa ciudad, desde sus personales visiones y sensibilidades, diferentes a todas luces de cualquier otra pues, como bien sabemos, somos únicos, maravillosos e irrepetibles y es por ello que lo que veamos o leamos va a ser algo novedoso, o al menos expresado a su manera, de lo que hayamos podido ver y leer hasta ahora; se unen el amor al lugar, de uno, con los personales colores del otro; dos concepciones, dos maneras de ver y de hacer que dan como resultado el presente trabajo sobre la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

Juan Francisco Santana Domínguez

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