Pregón de la Fiesta de la Vendimia

Publicado el

Pregón de la Fiesta de la Vendimia
Fuencaliente de La Palma, 2018

Belén Lorenzo Francisco

CARTEL FIESTA DE LA VENDIMIA 2018

CARTEL FIESTA DE LA VENDIMIA 2018

(Buenas tardes a todos y muchísimas gracias por estar aquí: es una alegría y una suerte contar con ustedes. También quiero agradecer de corazón al Ayuntamiento de Fuencaliente la confianza y la maravillosa locura de proponerme que sea la pregonera de la Fiesta de la Vendimia de este año. Sin embargo, espero que me disculpen, porque no voy a hacer una lectura del pregón. Lo tengo aquí, conmigo. Está escrito… Pero no voy a leerlo, porque prefiero contarlo. El pregón comienza así: “Había una vez…”).

Había una vez una niña que nació en Santa Cruz de La Palma en 1980. Sus padres la llevaron recién nacida a Fuencaliente y allí pasó los primeros meses de su vida, en Las Indias. Cuentan que aquel verano hizo muchísimo calor pero ella no lo recuerda.

El pregonero de la Fiesta de la Vendimia de ese año fue un pariente suyo, Juan Carlos Díaz Lorenzo, y su voz fue difundida por la radio a través de varias antenas de La Palma y Tenerife.

En aquel momento ya estaba establecido el esquema actual de la Fiesta de la Vendimia: hubo Elección de la Reina, Fiesta de Arte, competiciones deportivas, folclore, teatro y celebraciones religiosas.

El 31 de agosto, el señalado como el Día Grande de la Vendimia, se llevaron a aquella niña a Santa Cruz de La Palma porque su madre debía incorporarse a su puesto de trabajo. No estuvo cuando llegaron las carrozas a esta misma plaza, justo ese año en el que su padre conducía la del barrio de Las Indias. Sobre su camión habían colocado un lagar de madera en el que algunos hombres, como Domingo Simón, pisaban uvas.

Así comenzó mi historia y mi vínculo con Fuencaliente, pero hay más detalles de aquella infancia que me unen al municipio y a su fiesta. Un tiempo después de lo que acabo de contarles ocurrió algo muy especial para mi familia. En medio de la Fiesta de la Vendimia de 1983, justo antes de la competición de ciclismo, el Ayuntamiento de Fuencaliente organizó un acto público en el que se dio el nombre de mi tío Sebastián Francisco Domínguez a una calle de Los Canarios. Fue su manera de honrar la memoria de un ciclista nacido aquí que encontró la muerte demasiado pronto.

Algunos aún recuerdan aquellas circunstancias, y también a él, un muchacho que después de haber sido vencedor en diferentes carreras de Canarias, se desplazó a la península cuando aún no había cumplido los 23 años para competir en el VIII Cinturón Ciclista de Barcelona, en la localidad de Vich.

Allí murió el 2 de julio de 1955 a consecuencia de una caída. En la casa de mis padres se conserva una fotografía que recoge el momento más emotivo de ese homenaje a Sebastián y que es, además, una de las imágenes más antiguas en las que aparezco.

En ella, mi abuela Paulina descubre la placa con el nombre de su hijo; la observan un familiar nuestro, Antonio González —conocido como Antonio Valeriano— y el entonces Alcalde, Pedro Nolasco Pérez; al lado de mi abuela, que viste de luto, estoy yo, una niña de 3 años vestida de blanco que dirige su mirada fuera de la fotografía.

Ajena a todo, nadie sabe qué llamaba mi atención. Me gusta pensar que ese hecho tiene que ver con una cualidad que me atribuye un amigo escritor, Andrés Expósito. Él afirma, al hablar de mis libros, que miro donde nadie más mira, y que por eso veo cosas que la mayoría no ve. Tal vez aquella niña andaba pendiente de otra circunstancia de la misma escena, algo que quedó fuera de la fotografía y, también, de nuestra memoria.

Fotografía de Juan José Santos

Fotografía de Juan José Santos

Con estos detalles de mis primeras Fiestas de la Vendimia pretendo decirles que, aunque nací en Santa Cruz de La Palma, me siento vinculada a Fuencaliente desde siempre. Pero el nexo que termina de explicar quién soy es el familiar, como nos ocurre a todos los fuencalenteros: los nacidos aquí y los de corazón.

En mi caso, basta con decir que soy Chubasca por línea materna y nieta de Vidal y de Tana por línea paterna para saber que, de alguna manera, soy de aquí.

De hecho, les confieso que ser nieta de Tana es la tarjeta de presentación que mejor me funciona dentro de Fuencaliente. Son muchos los que recuerdan la venta que ella tenía en Las Indias o, incluso, el salón de baile que la precedió.

De la venta tengo muy presente el mostrador verde, el lápiz atado con un cordón, la esquina donde estaban las golosinas y a la que siempre llegábamos los seis nietos, y las libretas que allí se despachaban. Qué feliz era yo entonces con un lápiz y una libreta, escribiendo cuentos que luego ilustraba. De alguna forma, lo que soy hoy empecé a serlo en Fuencaliente.

De la casa de mis abuelos recuerdo también el lagar, la forma en la que mi padre pisaba las uvas y el olor tan particular que tienen estas al soltar su jugo y del que dentro de unos minutos disfrutaremos todos. En ese sentido me parece un enorme acierto la costumbre de mostrar el procedimiento de la pisa, ya que generará sensaciones imborrables en muchos de los niños que están hoy aquí.

Ninguno de ellos recordará ni una sola palabra de las que yo diga, pero el momento de la pisa permanecerá siempre en ellos, y es así como se transmite y se mantiene viva nuestra cultura.
Belen Lorenzo pregonera

Belen Lorenzo pregonera

De hecho, y aunque sé que este día se quedará dentro de mi memoria, tendrá que compartir espacio necesariamente con la pisa del año pasado y la explicación de Eliseo Carballo, de quien todos nos acordamos hoy. Y hablando de la memoria, no sé si recordarán que el Ayuntamiento de Fuencaliente organizó hace dos años la llamada «Ruta Violeta» y que me ofreció la oportunidad de guiarla. Para mí significó una responsabilidad pero también un tiempo dedicado a profundizar en la historia y la sociedad del municipio, una ocasión para conocerlas mejor.

Junto a muchos de ustedes recorrí las calles de Los Canarios y conversamos sobre las mujeres de Fuencaliente. Entre ellas, nombramos a algunas muy vinculadas a la Fiesta de la Vendimia, como Margarita González Cabrera y Margarita Hernández Lorenzo. Como saben, aunque nuestra fiesta es antigua, la etapa actual de la misma comienza en 1978 gracias a la Asociación de Amas de Casa, de quien tomará el relevo el Ayuntamiento un año después.

Margarita González, aficionada al teatro desde siempre y miembro de la directiva de esa asociación, tuvo mucho que ver en el hecho de que las representaciones teatrales hayan tenido siempre un espacio en la fiesta. Pero además, ese mismo año tuvo lugar la recuperación de los Caballos Fuscos por parte de un grupo de vecinos de Los Quemados encabezado por Margarita Hernández, número que se ha convertido en uno de los más esperados de estos días.

Hoy quiero recordar especialmente a una de aquellas mujeres que nombramos en la «Ruta Violeta», porque a lo largo de mi vida me he cruzado con su trabajo en varias ocasiones y creo que merece la pena conocerlo y difundirlo. Me refiero a la profesora de música y compositora María Nieves Díaz Torres.

Escribiendo este texto me di cuenta de que necesitaría muchas páginas para contarles todo lo que quisiera transmitirles sobre ella, así que me centraré en dos ideas principalmente: su valentía y su capacidad de trabajo. Nieves Díaz nació en Fuencaliente en 1922 y en los años treinta estudió Bachillerato en Santa Cruz de La Palma, ingresando después, en 1936, en el Conservatorio Profesional de Música y Declamación de Valencia. Es decir, en una época tan inestable como fue la Guerra Civil, una joven prácticamente adolescente salió de Fuencaliente para establecerse en Valencia y convertirse en lo que quería ser: profesora de música y compositora. Hace falta ser valiente y tener determinación para hacer algo así, y lo hizo.

Belen Lorenzo pregonera

Belen Lorenzo pregonera

Live Diferent
En Valencia obtuvo el Título Profesional en la Enseñanza de Piano y, más tarde, el Título en la Enseñanza de Composición, en el Conservatorio Profesional de Música y Declamación de Santa Cruz de Tenerife. Ese impulso que la llevó a formarse y mejorar lo mantuvo toda su vida. Un ejemplo de ello es el hecho de que en 1985, con 63 años, viaje a Granada para asistir como oyente al XVI Curso «Manuel de Falla» y recibir allí formación en composición con figuras internacionales como Giacomo Manzoni, Armando Gentilucci y Luigi Nono.

La otra cualidad de Nieves Díaz de la que quería hablarles, su capacidad de trabajo, también la demostró a lo largo de toda su vida. Después de una primera etapa de formación, regresó a La Palma y se estableció en Fuencaliente. Aquí, como algunos recordarán, impartió clases de música y dirigió la agrupación artística «Minerva». Pero eso fue solo el comienzo, porque la vida la llevó a San Andrés y Sauces y, también, a Los Llanos de Aridane, municipios donde continuó con su labor docente y donde se implicó activamente en la vida cultural.

De hecho, la primera vez que tomé contacto con su trabajo fue en San Andrés y Sauces, ya que allí, trabajando en su Archivo Municipal, pude ver una copia de una loa suya dedicada a Ntra. Sra. de Montserrat.

Toda la documentación original de María Nieves Díaz se encuentra perfectamente custodiada en el Archivo Municipal de Los Llanos de Aridane, municipio en el que desarrolló la mayor parte de su actividad profesional. Gracias a la donación de ese fondo por parte de Rosa María Díaz Martín, sobrina de María Nieves Díaz, hoy se puede consultar y recuperar fácilmente su producción.

En lenguaje archivístico, toda su documentación abarca unos cinco metros lineales, es decir, 21 cajas de archivo.

Su fondo está formado por documentos personales, material pedagógico ideado por ella, libros y revistas de música así como manuscritos que contienen obras muy diversas debidas a su creación. A lo largo de su vida escribió música de cámara, coros, piezas para piano, armonizaciones de melodías de otros autores y un largo etcétera. De todas sus obras quiero comentarles dos. En primer lugar, precisamente, la primera de ellas: Encuentro feliz, una pieza para piano dedicada a su profesora de música.

Sabemos por una anotación de su puño y letra que la hizo con tan solo 16 años de edad, cuando aún no había estudiado composición.

Como ven, desde muy joven tuvo una importante inclinación creativa. Y en segundo lugar, un arreglo para una melodía palmera denominada La segadora, que fue recopilada por la agrupación folclórica «Echentive». A petición del director de la misma, Juan José Santos Cabrera, Nieves Díaz armonizó esa melodía a 4 voces mixtas y escribió el acompañamiento correspondiente a la rondalla. De alguna manera, siguió mirando hacia Fuencaliente, hacia su origen.
Como pueden comprobar, toda la vida de María Nieves Díaz Torres estuvo dedicada a la música, y ese esfuerzo ha hecho que actualmente, 30 años después de su fallecimiento, esta hija de Fuencaliente siga viva cada vez que se interpreta una partitura suya, o que un antiguo alumno transmite su amor por la música en sus enseñanzas.

Antes de terminar, y enlazándolo con la idea de permanecer presentes, quisiera mencionar a otra mujer. Cuando la Alcaldesa me llamó para proponerme la lectura del pregón de este año se cumplía, justo ese día, el primer aniversario de la muerte de mi tía María Nieves Lorenzo Hernández. El año pasado, a raíz de su fallecimiento, el Cronista Oficial del municipio y pariente nuestro, Juan Carlos Díaz Lorenzo, difundió en las redes sociales unas palabras en las que aportaba datos que yo desconocía.

La cercanía hace que a veces no veamos con claridad, y para mí ella siempre fue tía Nieves, una mujer entrañable y luchadora que estuvo pendiente de mí como una madre cuando fui a estudiar a Tenerife. Por eso no supe ver que, además de todo eso, fue también la primera mujer nacida en Fuencaliente que estudió Medicina. Ella siempre quiso volver a La Palma, y por eso tenía que nombrarla hoy: para que estuviera aquí con nosotros.

Para terminar, quiero regalarles un texto que escribí hace tiempo. No tiene relación directa con la Fiesta de la Vendimia, pero está ambientado en Fuencaliente y solo por eso ya es especial para mí. Se trata de un pequeño cuento muy breve titulado “Volcán”, que dice así:

Siguiéndote la corriente, dije que sí, que sentía el calor del Teneguía y la energía telúrica que transmite debajo de mis dedos. Y en realidad, era incapaz de sentir nada, pendiente como estaba del calor de tu mano sobre la mía.

¡Feliz Fiesta de la Vendimia y feliz vida!

Belén Lorenzo.

Escritora, historiadora del arte y musicóloga, ejerce profesionalmente como archivera. Mantiene los blogs literarios: «Todas las palabras cuentan» y «Relatos para leer de pie»

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
PageLines