Nada

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Relatos

Oswaldo Paz Pedrianes

Nada

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Y se cayeron las máscaras, esas que eran sostenidas por la costumbre y el hartazgo con sus frágiles hilos de goma y dos nudos mal hechos. Y se mostraron las realidades: las arrugas del desprecio, las heridas del egoísmo, la sequedad del odio, los ojos inyectados de envidia, las fosas nasales detectoras de sangre ajena, y unos dientes que ya no eran blancos ni brillaban, sino que amarilleaban infectados por el sarro de las mentiras. Eso era todo. Sólo había podredumbre. Una inmensa nada. Y eso se llevarían a la tumba: nada.
Sin embargo, nadie lo quiso ver. Seguían sus caminos mirando al suelo, a las aceras llenas de máscaras caídas.

Nada

Nada

No buscaban los ojos de sus dueños, las caras descubiertas, los rostros desnudos de los titiriteros manejadores de los hilos.

Unos pocos intentaron ejercer de aldabas humanas, golpeando conciencias en vez de puertas. Pero se cansaron de gritar a los sordos emocionales, de intentar que miraran los ciegos que no quieren ver, de dar la palabra a los afónicos que hablaban bajito escondidos tras las esquinas. Se adormilaron presos del hastío de tanto dar vuelta a los relojes de arena.

Y comenzaron también a bajar la mirada, a buscar nuevas respuestas entre las baldosas y el asfalto. Y eligieron olvidar lo que sabían. Nada.
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Nada

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Ahora todos caminan encorvados, con las manos en la espalda y las rodillas doloridas, bajo el peso del no quiero saber, esperando que otros les quiten el anzuelo de la boca. No desean recordar que morderlo fue una opción,

que la dignidad no destierra el hambre, pero ayuda a ir con la cabeza erguida y a no tener deudas de las de cadena, cepo y bola de preso.

Ha vuelto la noche. También durante el día. Recogieron sus caretas del suelo, y esta vez las fijaron con pegamento. Los dientes tornaron a brillar formando sonrisas condescendientes. Sus manos volvieron a asir los hilos de las marionetas cabizbajas. Sus voces susurrantes realizaron nuevas promesas que abrazamos con la felicidad del ignorante, comprando nuevos espejismos ensartados en brillantes anzuelos. Otra vez. Elegimos enterrar los recuerdos, que no quedase nada. Nada.

Oswaldo Paz Pedrianes

Oswaldo Paz Pedrianes (Garafía, La Palma, 1971) es Psicólogo y Terapeuta Familiar. Su carrera profesional ha estado dirigida a la ayuda especializada a menores en desamparo y sus familias en el ámbito social, trabajando en diferentes entidades a lo largo de su trayectoria. Actualmente desempeña su rol profesional centrado en la problemática del Acoso Escolar.

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