Mayo. Casa Luján – Puntallama
Mayo. Casa Luján
Puntallama
Horacio Concepción García
Al pasear en el mes de mayo por el término municipal de Puntallana, la primavera se nos ofrece en todo su esplendor. En este jubiloso entorno, se enmarca la Casa Luján, uno de los ejemplos más auténticos y singulares de arquitectura doméstica canaria en San Miguel de La Palma. Situada a la vera de la parroquia de San Juan Bautista ―de las más antiguas de la isla (1515), Bien de Interés Cultural―, la misma fue construida entre finales del siglo XVII y principios del XVIII. En 1776 se adjudicó a don Francisco de Paula Luján y Carta, soldado distinguido, cuyo apelativo da nombre a la misma. Este recinto fue utilizado en tiempos pasados como Consistorio, escuela femenina, juzgado, cuarto de corrección, dependencias de la Guardia Civil, y corral para animales extraviados.
El caserón y su entorno han sido restaurados, convertidos en la actualidad en un museo etnográfico de gran interés agro-turístico, además de ser un centro de promoción de productos artesanales. La noble construcción, se encuentra enmarcada dentro de una mansa y apacible hondonada, donde se disemina un hermoso caserío del más recio estilo canario: el Casco Antiguo de Puntallana. Adaptado a su entorno rural con suma distinción y encanto, se nos desvela ante nuestra mirada como un inesperado tesoro, siendo uno de los primeros núcleos poblacionales que se formaron en la isla tras la conquista. Su génesis surge alrededor de la existencia de dos manantiales, elementos claves durante el siglo XVI al momento de elegir un lugar para fundar una villa o asentamiento: la Fuente de San Juan (lugar declarado rincón por la paz) y la Fuentiña.
Partiendo de la iglesia de San Juan, descendemos por el histórico recorrido de la calle Procesiones, vía principal del pueblo en tiempos pasados, donde existió un puente desde muy antiguo. Al situarnos a la altura de la estratégica casa de Joaquín (Biblioteca Internacional en Lengua Alemana), desde la distancia, la Casa Luján destaca por su patio exterior amurallado, que se encuentra rematado con una cruz orientada hacia el sur-este. Ascendemos por el arcaico y entrañable adoquinado de la calle El Pósito, la cual recibe su nombre del Arca de Misericordia fundada por los vecinos del lugar, en el solar y casa conocida hoy como Luján. Al adentrarnos en la misma, la segunda planta acentúa el carácter de la construcción con un amplio corredor balaustrado que decora todo el largo de su fachada. En sus dependencias se ha recreado el modo de vida del siglo XIX; así en los dormitorios, salón, cocina, o en la planta baja antiguamente utilizada como establos, bodega, cuarto de aperos, lonjas de almacén, donde además se ubica un horno, residen hoy en día unos especiales seres denominados Mayos; estos atavíos con ropajes de época, están plantados en situaciones cotidianas entre antiguos pupitres y demás enseres domésticos.
Los Mayos son muñecos de trapo (a tamaño real) típicos de la festividad de la Santa Cruz, que antiguamente se colocaban el primero de mayo. Los mismos se exponían custodiando las cruces o representando una escena cotidiana desde un punto de vista irónico y humorístico; su gran prodigalidad anunciaba la recalada por las diferentes cruces que salpicaban el recorrido. Los de la Casa Luján han sido elaborados por la Asociación de Amigos de los Mayos de Santa Cruz de La Palma, lugar de donde son especialmente tradicionales. Su origen en La Palma se remonta a principios del siglo XIX, y su creación ha ido evolucionando; de materiales más sencillos y naturales como: paja, pinillo, estropajo, cochinilla, trapos viejos, a los empleados en la actualidad: guata, muselina, papel de periódico, hilos de colores, soga, etc. Tales monigotes, muñecos o peleles se confeccionan también en numerosos lugares de la Península Ibérica, tanto de España como de Portugal, siendo el principal hilo conductor de todos ellos la madrugada del primero de mayo; cabe destacar: los de Alhama de Murcia (Fiestas de Interés Turístico Regional), de Santa Elena Jamuz (León), o de los de lugares insulares como Machico (Madeira), Terceira (Azores), etc.
- El mes de mayo manifiesta el esplendor de la vegetación, donde se establece una poderosa relación entre las festividades de la Iglesia, las faenas agrícolas y los fenómenos atmosféricos. A lo largo de la historia, la humanidad se ha sentido iluminada por el renacer cíclico de la naturaleza y el carácter de incitación ambiental a la fertilidad humana que se produce con la llegada de la primavera, donde tiene sus orígenes ancestrales la fiesta popular de los Mayos o Mayas, como se denominan en varias regiones de Europa -
Dentro del marco de las Fiestas de Primavera, se conservan todavía en regiones europeas, antiguas costumbres como la de colocar en las plazas de los pueblos un gran árbol o palo alto denominado Mayo que se adorna con cintas, flores, frutas, etc. En Galicia se realizan competiciones con flores, hierba, helechos y frutas para formar un cono de gran altura, recubierto de vegetación, que algunos casos constituyen auténticas esculturas vegetales. Otro tipo de Mayos son los cantos o serenatas a la persona amada, que además se pueden ofrecer a las autoridades, personas pudientes o generosas de un lugar. Las enramadas amorosas del primero de mayo consisten en colocar el Mayo, el ramo de flores, en la puerta o ventana de la moza preferida o amada. Dentro de las denominadas Cruces de Mayo, hay gran diversidad en las formas de su celebración, destacando en nuestra isla las enramadas que tienen lugar con motivo del día de la Invención de la Santa Cruz.
El Cristianismo asimiló multitud de fiestas paganas convirtiéndolas en celebraciones religiosas, y los Mayos son un claro ejemplo de esta transformación. Jesucristo, fruto del árbol de la vida, renace en la primavera, y su representación como tal conduce a enmarcarse dentro de una teofanía vegetal.
La relación que guarda la cruz, con la simbología del Mayo, y por medio de él con los árboles y la vegetación en general, se origina en la sociedad rural tradicional donde el ciclo de la vida estaba irremediablemente unido a las estaciones y a los cultivos. La cruz está muchas veces representada en la iconografía cristiana como el árbol de la vida, prototipo de todas las plantas milagrosas que resucitan a los muertos y curan las enfermedades.
Durante la Edad Media, por los países cristianos circuló un considerable número de leyendas sobre la madera de la cruz y respecto a la resurrección de la vida en torno a mayo. El santoral cristiano celebrada el día 3 de mayo (mes consagrado en honor a la Virgen María) la fiesta de la Invención de la Santa Cruz, que es la Cruz Verde, en contraposición al 14 de septiembre que se celebra, la Cruz Seca o la Exaltación de la Santa Cruz. Los Mayos se pueden dividir en dos tipos: los profanos, relacionados con el comienzo de la fertilidad del campo y la fecundidad femenina, donde se unen en una misma fiesta el renacer de la vegetación y el amor; y los religiosos, que tras la cristianización de los anteriores, supuso que la figura de la doncella rondada a la que se le ofrecían los ramos de flores en un primer término fuera sustituida por la imagen de la Virgen.
En el dicho popular se decía que mayo era el mes de los bobos, y entre las supersticiones relacionadas con la entrada del mismo, está la costumbre de madrugar, para que no se meta en el cuerpo por tener consecuencias desagradables y quedar desmayados: destemplado de la barriga, propenso al sopor, la modorra, etc. Otra creencia era que los animales, como pollos y conejos, nacidos en mayo morían pronto, y que los niños nacían con alguna imperfección. Las referencias de tipo vegetal aluden a que las piñas de plátanos no se desarrollan normalmente, sus manos son desproporcionadas e irregulares, pero gordas y muy gustosas. En la madera verde ya se encuentra oculto el fuego que luego surgirá, así mayo con sus flores simboliza la promesa de la vida y la juventud, cuya magia se naturaliza en poder renovarse continuamente.
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Sociedad de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Canarias