Los Molinos de Bellido de Santa Cruz de La Palma
Los Molinos de Bellido
de Santa Cruz de La Palma
J. J. Rodríguez-Lewis
Los molinos de Bellido (o Vellido) son hoy un recurso prácticamente inactivo. Algo incomprensible en estos tiempos. Se trata de cuatro molinos de agua construidos en dos etapas: dos en el siglo XVII y otros tantos en el siglo XIX, situados en la denominada “Ruta del Agua”, a escasos metros del final del entramado urbano de Santa Cruz de La Palma por la Avenida del Puente, enfrente del campo de fútbol del C.D. Mensajero. Disponen ahora de un cómodo acceso (la primera parte del sendero se mejoró hace unos años), aunque hay que sortear un desnivel en altura considerable. Su actividad cayó en desuso durante el primer tercio del siglo XX y en la actualidad, aunque alguno está habitado, ninguno cumple su secular misión, estando la mayoría de ellos cerrados.
Estos molinos deben su nombre al capitán y regidor del antiguo cabildo de La Palma Juan Vandewalle de Cervellón, que con frecuencia también utilizaba el segundo apellido de su abuela, María Cervellón Bellid, y se construyeron a diferentes alturas junto al canal que entonces abastecía a la ciudad. Su fin era aprovechar la caída del agua para mover las ruedas o rodeznos (de cubo, horizontales) que permitían moler grano y hacer harina, principalmente gofio. En el siglo XIX llegaron a ser trece. Construidos en forma de torreón, y aunque en origen se hacían en madera de tea, en el siglo XIX comenzaron a fabricarse de argamasa, como los contemplamos hoy.
Tal y como los encontramos al paso, el primero y el último se construyeron entre 1865 y 1872 por el matrimonio formado por José Manuel Hernández González y María de las Nieves Concepción Fierro, y se conocen con el nombre de molino del Cajetero y molino de Hernández-Fierro, respectivamente. Los dos centrales son más antiguos, los fabricó Juan Vandewalle de Cervellón-Bellid en la primera mitad del siglo XVII en la huerta de su propiedad.
En fin, se trata, entre otras alternativas plausibles, de idear una suerte de pequeño ecomuseo, que podría combinarse con la Quinta Verde, otro recurso pendiente de cita, pues como ha escrito el conocido arquitecto palmero Juan Julio Fernández: “Los molinos de agua de Bellido, aprovechando la energía del agua en su caída, modificaron el paisaje natural y configuraron otro cultural, acaso el más característico del entorno de la ciudad”.
Letrado y periodista. El bisturí es mi bitácora personal. Autor de los libros «La posada de los secretos» y «La Ciudad y la Pasión».