La plaza de España de Santa Cruz de La Palma

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La plaza de España de Santa Cruz de La Palma

Belén Lorenzo Francisco

Live Diferent

Todas las plazas son puntos de encuentro. A ellas van a dar las calles y las gentes que las transitan, en ellas se aguardan llegadas o se celebran acontecimientos. Son, sin duda, el escenario de la vida.

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La plaza de España de Santa Cruz de La Palma es el corazón del municipio. Se trata de un espacio urbanístico donde quedan reunidos el Ayuntamiento, la iglesia de El Salvador y la fuente pública, constituyendo el mejor conjunto renacentista de Canarias. A él miran también varios inmuebles de interés, como la casa Monteverde (actual sede de la UNED, en su planta baja alberga una sala de exposiciones del Cabildo Insular) y la casa Lorenzo. En origen esta plaza se encontraba unida a una de las principales arterias de la ciudad, la calle Real, y contaba con una pendiente muy pronunciada. A finales del siglo XIX, gracias al proyecto diseñado por Sebastián Arozena Lemos, la plaza ganó en horizontalidad y quedó aislada de la calle mediante un enverjado de hierro apoyado en una base de cantería que sustenta varios faroles del alumbrado público. Las obras concluyeron en 1897, cuando se erigió un monumento para perpetuar la memoria del sacerdote Manuel Díaz Hernández, beneficiado de El Salvador, siendo la primera estatua levantada en el archipiélago a un canario y la primera escultura civil de las islas. Desde entonces, el Padre Díaz preside la vida de la ciudad.

EL SEÑOR DÍAZ

Todos crecimos alrededor del Señor Díaz. En algún momento de la niñez, todos trepamos a la base de su escultura o jugamos a la pillada alrededor de ella. Luego, cuando la edad hizo poco prudente mantener estos entretenimientos, la plaza donde se ubica la sufrida estatua se convirtió en un recurrente punto de encuentro. Sentados en sus bancos, los habitantes de Santa Cruz de La Palma observamos al Señor Díaz y a los niños que nos sustituyeron, mientras aguardamos pacientes lo que ha de venir.

(Belén Lorenzo, relatosparaleerdepie.blogspot.com.es)


En esta esta plaza, ante la presencia del Señor Díaz, se suceden los actos religiosos o civiles más significativos del municipio y de la isla. Así, la Bajada de la Virgen, la Semana Santa, el Corpus Christi o Los Indianos se adueñan de la misma llenándola de sonidos y colores diferentes. Y en estas fechas tan cercanas al Carnaval, es bien conocido que la música cubana y el blanco de la indumentaria indiana y de los polvos de talco acabarán siendo los protagonistas. Organizada por primera vez en la década de los veinte del pasado siglo, la parodia de la llegada de los indianos se consolidó en 1966 al integrarse en el programa del Carnaval. En ella se simula el regreso festivo de los emigrantes después de hacer fortuna en América, acogidos con gran alboroto a su llegada al puerto. Para este recibimiento todos llevan puestas sus mejores galas: las mujeres se visten con un traje de época en color blanco o beige, llevando algún complemento de color y una pamela adornada con flores o una sombrilla de encaje; los hombres llevan guayabera, pantalón blanco o traje de lino, y sombrero panameño. No suelen faltar otros complementos lógicos como son las maletas, los baúles… Y los polvos de talco.

La música cubana va envolviendo toda la ciudad mientras los indianos esperan en la plaza de España la llegada de Víctor Lorenzo Díaz convertido en el personaje más singular de la fiesta: la Negra Tomasa.

El clima de este día ha sido plasmado perfectamente por el escritor Luis León Barreto en su novela Carnaval de Indianos. En ella nos narra lo siguiente:

“¿Y cuál es el origen de esta sabrosa batalla?

Nadie lo sabe a ciencia cierta, se cuenta que vino un barco cargado de harina estropeada, y a la gente le dio por arrojarla sobre el vecino. Otros hablan de una costumbre heredada de los rituales ñáñigos de los esclavos en Cuba, siempre deseosos de blanquearse la piel. Qué más da. Parece claro que desde muy antiguo en diversas naciones se constata el ritual de arrojarse sustancias en señal de jolgorio y celebración, tanto sustancias bienolientes como sustancias menos delicadas. Pero estos indianos de blanco fueron el fruto sembrado por unos cuantos locos: Alfredo Pérez Díaz, los hermanos Yolanda y Gonzalo con Manuel Cabrera Santos, así como Estela Sánchez Cabrera, su mujer. Hubo que esperar las libertades para mejorar las cosas y allí permanecieron los fieles: los Lugo, los Galván, los Daranas, el grupo Son Montuno, la banda San Miguel y otros tantos. Las chicas lucían sombreros pajizos Calle Real arriba, del puente a la alameda y en la transición los protagonistas, aunque en distintos bandos, se unieron por la fiesta”.

Ha pasado mucho tiempo desde su origen, y aunque la fiesta ha cambiado con el transcurso de los años, ha mantenido inalterable su espíritu dicharachero y sus puertas abiertas a todo aquel que quiera convertirse en indiano durante unas horas. Busquen sus mejores galas blancas porque Santa Cruz de La Palma ya tiene preparada una gran bienvenida.

Fotos: Pedro Luengo

Escritora, historiadora del arte y musicóloga, ejerce profesionalmente como archivera. Mantiene los blogs literarios: «Todas las palabras cuentan» y «Relatos para leer de pie»

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