La Orotava y Santa Cruz de La Palma: similitudes y diferencias de su Pasión

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La Orotava y Santa Cruz de La Palma:
similitudes y diferencias de su Pasión

J. J. Rodríguez-Lewis

La Orotava y Santa Cruz de La Palma se caracterizan por celebrar dos de las Semanas Santas más importantes y peculiares de Canarias. En ambos casos se trata de dos ciudades pequeñas por su población (más populosa La Orotava, empero), pero ricas en su acervo patrimonial, histórico y cultural. En ellas, además, podemos observar los rasgos más característicos de esta conmemoración en Canarias, con un especial protagonismo de las iglesias de sus extintos conventos.

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Quizá el rasgo más peculiar que comparten sus respectivas Semanas de Pasión sea el del modelo de carga. En ambas poblaciones los tronos o pasos son cargados a hombros por feligreses (cofrades mayormente). Por lo tanto, ni se trata de costaleros (lo que no es tradicional en Canarias) ni se recurre a los carros de ruedas, una opción hoy común en las ciudades más habitadas del archipiélago (Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife o La Laguna) o en otras poblaciones significativas (Los Llanos de Aridane o Garachico, por ejemplo). Las dos ciudades, no obstante, se han desarrollado en pendiente, con importantes desniveles, lo que impone trayectos plagados de subidas y bajadas que tampoco recomiendan otro tipo de carga. La diferencia radica en que las cofradías que cargan los tronos en La Orotava van descubiertas, con traje u hopa, según los casos, y las de Santa Cruz de La Palma, por el contrario, se cubren el rostro. Realmente la divergencia tiene su origen en las propias hermandades, pues las orotavenses, por lo general, no utilizan el caperuz, cuando visten hopa o túnica, y la mayoría utiliza traje oscuro de chaqueta y corbata, mientras que las cofradías penitenciales palmeras (salvo las de “mantilla”) son más de túnica y capuz, en el caso de los cargadores sin la formaleta de cartón. En las dos Semanas Santas predominan también los tronos o pasos individuales, tradicional en Canarias, aunque esta singularidad es más pronunciada en la Villa.

Otro de los rasgos en los que coinciden las Semanas Santas de ambas poblaciones es en la riqueza de su imaginería procesional. En La Orotava procesionan tallas de Pedro Roldán, Luján Pérez o Fernando Estévez, además de otras anónimas de alto valor artístico o de los canarios Blas García Ravelo, Alonso de la Raya o José Rodríguez de la Oliva. En Santa Cruz de La Palma desfilan imágenes flamencas o americanas del siglo XVI o de Benito de Hita, Fernández Estévez o Paco Palma, además de otras salidas de las gubias del tinerfeño Ezequiel de León o de los palmeros Aurelio Carmona o Marcelo Gómez.

De entre todos los imagineros presentes, son Fernando Estévez, natural de La Orotava, y Aurelio Carmona, nacido en Santa Cruz de La Palma, los artífices de los que encontramos representaciones de su producción en ambas Semanas Santas. De Estévez, la Virgen del Calvario (Piedad) y la Dolorosa en La Orotava, y el Señor del Perdón y San Pedro penitente, el Nazareno, la Dolorosa y la Magdalena en Santa Cruz de La Palma. De Carmona, el San Juan Evangelista y los Santos Varones (de la Virgen del Calvario) en La Orotava, y el San Juan Evangelista del Calvario (y el gallo del grupo del Señor del Perdón) en Santa Cruz de La Palma. Sin embargo, acaso la gran diferencia entre ambas Semanas Mayores sea que en La Orotava los desfiles procesionales no están ordenados cronológicamente, lo que constituye una de las señas de identidad de la Semana de Pasión de Santa Cruz de La Palma.

Las dos Semanas Santas comparten Señor del Burrito en la procesión de Jesús entrando en Jerusalén la mañana del Domingo de Ramos, dos efigies salidas de los talleres de El Arte Cristiano de Olot (Gerona), aunque más antigua la de la Villa, que se estrena en 1957 (la de la capital palmera sale por primera vez en 1967). También comparten procesión del Señor del Huerto (hoy ambos tronos con los apóstoles dormidos) la tarde de ese mismo Domingo de Ramos, que en los dos casos se efectuaba hasta finales del siglo XIX el Lunes Santo, ocupándose de ella la Orden Tercera franciscana (V.O.T.). En La Orotava procesiona un Cristo anónimo del siglo XVII y, desde 1991, una imagen de la Dolorosa de la misma época. En Santa Cruz de La Palma sale una efigie del sevillano Juan Abascal, del siglo XX, que preside el paso más vasto de la Semana Santa.

El Martes Santo desfila en la villa tinerfeña la procesión del Cristo Preso y las Lágrimas de San Pedro (como hasta 1956 en Santa Cruz de La Palma, pues, al año siguiente para mantener el riguroso orden procesional, se adelantó al Lunes Santo), el día tradicional de esta función, históricamente ligada a la extinta cofradía de sacerdotes de San Pedro Apóstol. Pero en la Villa las imágenes procesionan en pasos separados: el San Pedro penitente (Sebastián Fernández, siglo XVIII) y el gallo en un trono, y el Cristo de Alonso de la Raya (siglo XVIII), en otro. En la capital palmera, en cambio, las magistrales imágenes de Fernando Estévez (siglo XIX) desfilan desde antaño reunidas en un solo paso.

- Tanto La Orotava como Santa Cruz de La Palma disponen de una procesión de la Humildad y Paciencia (conocida en la capital de La Palma como de la Piedra Fría). -

Lo que ocurre es que la primera, con un Cristo también atribuido a Alonso de la Raya (siglo XVIII), sale la noche del Miércoles Santo y la segunda, de gran devoción, procedente de Indias (siglo XVI), la noche del Jueves Santo. La popular procesión del Encuentro tampoco coincide en un lugar común en la Semana Santa. En La Orotava se celebra la mañana del Viernes Santo, muy temprano, e incluye el encuentro del Nazareno de Rodríguez de la Oliva (siglo XVIII) con la Dolorosa y con la Verónica. En Santa Cruz de La Palma tiene lugar el Miércoles Santo, por la tarde en la procesión del Nazareno (Fernando Estévez, siglo XIX) el encuentro con su Madre (Punto en la plaza) y por la noche en la procesión del Señor de la Caída (Benito de Hita y Castillo, siglo XVIII) el encuentro con la Verónica (Punto en la alameda).

En La Orotava la procesión del Calvario de Santa Cruz de La Palma, que se celebra la mañana del Viernes Santo, se denomina desde antiguo del Mandato, y tiene lugar la tarde del Jueves Santo, en ambos casos desde sus orígenes ligadas a la cofradía de la Santa Vera Cruz y Misericordia. La diferencia, aparte del horario, la encontramos en los tronos, todos individuales en la Villa. El Cristo de la Misericordia es obra de Rui Díaz, del siglo XVI, y el Crucificado palmero del ilustre imaginero orotavense Ezequiel de León. El cortejo en la procesión villera es de postín, pues tanto el San Juan, la Dolorosa como la Magdalena son obras de Luján Pérez. Las imágenes secundarias en Santa Cruz de La Palma son del siglo XVIII (la Dolorosa de Domingo Carmona) y del XIX (la Magdalena de Estévez y el San Juan de Aurelio Carmona).

En la mañana del Viernes Santo sí que coinciden, incluso en su horario, las respectivas procesiones de la Piedad (la Virgen del Calvario de Estévez en la Villa), pero el cortejo en muy distinto, pues en La Palma procesiona únicamente el paso de la Piedad, de origen flamenco (siglo XVI), mientras que en La Orotava desfilan también pasos representativos de San Juan, los Santos Varones y la Magdalena.

Por el contrario, la clásica procesión del Santo Entierro guarda más similitudes que diferencias, pues en ambos desfiles concurre parecida imaginería, aunque recientemente Santa Cruz de La Palma ha incorporado un paso de las Tres Marías, del que carece la villa norteña de Tenerife. El Cristo yacente orotavense es una obra sevillana del siglo XVII. El Cristo de la capital palmera, conocido como el Cristo del Clavo, es obra del malagueño Paco Palma (siglo XX). En ambas procesiones cierra el cortejo una Dolorosa de la producción más acabada de Fernando Estévez. Lo mismo ocurre con la procesión del Santísimo Sacramento la mañana del Domingo de Resurrección, con la custodia del Santísimo bajo palio.

La Orotava celebra, además, algunas procesiones que no encontramos en Santa Cruz de La Palma. La del Cristo Predicador (García Ravelo, siglo XVII) y la Magdalena, al mediodía del Domingo de Ramos, la del Cristo de la Cañita (una talla anónima del siglo XVII) la noche del Jueves Santo o la del Silencio (con la Virgen de los Dolores) la noche del Viernes Santo, que, ciertamente, emula la de la Soledad del Sábado Santo, que se celebró en la capital palmera entre los años cincuenta y setenta del siglo XX. También la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma dispone de algunas procesiones sin parangón en la Villa: la del Señor de la Caída (del sevillano Benito de Hita, siglo XVIII) la noche del Miércoles Santo, la del Cristo de las Siete Palabras (Marcelo Gómez, siglo XVIII) la mañana, muy temprano, del Viernes Santo o la del monumental calvario flamenco del Amparo que tiene lugar extramuros, en los alrededores del Santuario Insular de la Virgen de las Nieves la tarde del mismo Viernes.

En cualquier caso, la procesión más concurrida y suntuosa de la villa orotavense es la del Cristo atado a la Columna, una imagen señera del sevillano Pedro Roldán (siglo XVII) la noche del Jueves Santo, con su solemne escenografía en la plaza del Ayuntamiento a los sones del “Adiós a la vida” de la ópera Tosca de Puccini. La procesión de Señor de la Columna en Santa Cruz de La Palma es más modesta y tiene lugar la noche del Martes Santo, pues quién comparte protagonismo la noche del Jueves Santo en La Palma con el Cristo a la Columna es el Señor de la Piedra Fría, en una procesión casi igual de suntuosa y solemne.

La Semana Santa de La Orotava, por último, se precia de un rico patrimonio musical (marchas procesionales, malagueñas…), pero, en este caso, en Santa Cruz de La Palma este capital es aún más sobresaliente, e incluye, desde antaño, motetes, chirimías y marchas procesionales y, hogaño, las palmeras, iniciativa del artista y cantautor Luis Morera.


Letrado y periodista. El bisturí es mi bitácora personal. Autor de los libros «La posada de los secretos» y «La Ciudad y la Pasión».

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