El Corpus Christi de la Villa de San Andrés
El Corpus Christi de la Villa de San Andrés
Norte de La Palma
Belén Lorenzo Francisco
En el norte de La Palma, en el municipio de San Andrés y Sauces, se encuentra uno de los núcleos poblacionales más antiguos de la isla. Se trata de un paraje singular, donde las tradiciones se valoran y se cuidan con esmero.
La villa de San Andrés, que en 2015 fue declarada Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Canarias con la categoría de Conjunto Histórico, es el escenario de una celebración del Corpus Christi que cuenta con varios siglos de antigüedad.
Son los vecinos de este lugar los que han sabido mantener esta costumbre heredada de tiempos pasados. La primera referencia que tenemos de la misma nos lleva a lo que hace constar el clérigo Juan Pinto de Guisla en el libro de visitas de la parroquia de San Andrés en 1679, quien dice que la cofradía del Santísimo Sacramento era muy antigua y que ya la había encontrándose el obispo Fernando Suárez en 1589, además de hacer mención a la procesión del Corpus Christi.
La custodia que hoy recorre las calles de San Andrés fue donada por Matías de Abreu y Martín, beneficiado de las parroquias de San Andrés y Nuestra Señora de Montserrat, quien encargó que fuera traída de Cuba hacia 1701.
Para encontrar alusiones expresas al embellecimiento de San Andrés debemos esperar un tiempo. En 1758, fray Juan Francisco de Medinilla y Tobalina, conventual de la Orden de la Merced en Olmedo (Valladolid), recorre la isla y deja sus impresiones en un manuscrito donde menciona la decoración con ramas, frutas y flores que se hizo para un recorrido procesional con el Santísimo. Aunque no correspondía a la festividad de Corpus Christi, es lógico pensar que se trataba de una práctica arraigada en la villa.
La costumbre de realizar descansos en San Andrés es mucho más
reciente, empezando hace unos cincuenta años con modestas mesas sobre las que se depositaba la custodia en su recorrido sobre las alfombras.
En la confección de estas se utilizan, tradicionalmente, serrín y sal teñida de colores en unas, y brezos, tarajales y pétalos de flores, en otras. Con el tiempo, los arcos han ido adquiriendo altura y elegancia. Realizados en madera, se cubren de semillas y vegetales secos de diversas tonalidades conformando un dibujo.
El domingo 23 de junio tendremos una nueva oportunidad de ver este ejemplo de arte efímero. Desde muy temprano, las calles El Medio, La Plaza, La Iglesia y Padre Juan González irán llenándose de vecinos, de flores, de serrín, de sal… Personas de todas las edades irán embelleciendo el entorno de la parroquia para que esté engalanado antes de la celebración de la misa.
Será la culminación de un trabajo que en realidad comenzó muchos meses antes, con la recolección de los elementos necesarios, la elección del diseño, la confección de las estructuras… Un esfuerzo que se verá recompensado ese día al disfrutar del resultado con la confianza de que ese presente heredado tendrá continuidad en el futuro.
Belén Lorenzo Francisco

Escritora, historiadora del arte y musicóloga, ejerce profesionalmente como archivera. Mantiene los blogs literarios: «Todas las palabras cuentan» y «Relatos para leer de pie»