Día de las Letras Canarias, dedicado al poeta canario Pedro Lezcano

Publicado el

Día de las Letras Canarias
dedicado al poeta canario Pedro Lezcano

Fátima Hernández Pérez

Con motivo de la celebración del Día de las Letras Canarias. Dos actores hicieron el recorrido en tranvía entre la Capital; Santa Cruz de Tenerife y La Laguna, durante el mismo recitaron versos del poeta canario Pedro Lezcano.

Los actores Gregorio Bonilla y Marta Quiñones aprovecharon los trayectos para recordar la gran figura y obra del poeta canario  Lezcano, dicho autor fue elegido en esta ocasión por el Gobierno de Canarias para celebrar este año 2016, el Día de las Letras Canarias.

- Pedro Lezcano (Madrid, 1920 - Las Palmas de Gran Canaria, 2002) fue un hombre con una inagotable sed de saber y con una personalidad polifacética que se reflejaba en su obra. Sus ansias de conocimiento eran insaciables y esa multiplicidad de aficiones lo distrajo de su labor poética, que fue desigual y con años de inactividad editorial. -

Pedro Lezcano nació en Madrid, pero su familia se trasladó a Gran Canaria cuando él era todavía un niño. Aquí conoció el mar. Cursó su bachillerato entre esta isla y Barcelona. Cursó los años comunes de Filosofía y Letras en La Universidad de La Laguna y la especialidad de filosofía pura en Madrid.

Parecía que su futuro estaría ligado a la docencia, pero se dedicó a la tarea de impresor en la habitación trasera de la farmacia de su amigo Sebastián de la Nuez en la calle de Malteses. Pronto se convertiría la imprenta en tertulia de la cultura insular: los poetas Agustín y José María Millares; los pintores Antonio Padrón, Miró Mainou y Felo Monzón; el ensayista Ventura Doreste; el escultor Santiago Santana… De allí salieron, sin pie de imprenta, octavillas de carácter político en unos años de rígida censura y se imprimieron colecciones de poesía, como Antología cercada (1947), que supondría la primera muestra de la poesía social española, antes de su aparición en la península.

De izquierda a derecha Pedro Lezcano, Agustín Millares, el propio Gerardo Diego

– De izquierda a derecha Pedro Lezcano, Agustín Millares, el propio Gerardo Diego

Si tuviéramos que definirlo deberíamos hacerlo atendiendo a las diversas caras de su poliédrica personalidad. Además de escritor, fue editor, dibujante, ajedrecista y micólogo. Participó en la política canaria, a pesar de su inicial independencia ideológica; fue consejero y presidente del Cabildo de Gran Canaria y diputado del Parlamento de Canarias. En 1989 obtuvo el Premio Canarias de Literatura. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Hijo adoptivo de esa ciudad y Miembro de Honor de la Academia Canaria de la Lengua.

Lezcano, Dramaturgo

Conocido preferentemente como poeta, Lezcano fue siempre un hombre de teatro. Cuando estudiaba filosofía en Madrid ganó el premio nacional convocado por el Ateneo de Madrid por su drama Desconfianza (1945), que no llegó a representarse porque finalizaba con un suicidio y la censura de aquel momento lo impedía.
En 1956 fundó el Teatro Insular de Cámara, en unión de su hermano Ricardo y un amplio número de amigos, comenzaron a representar obras tanto clásicas como contemporáneas en el Museo Canario, de donde pasarían al teatro Pérez Galdós y a efectuar funciones en diversos pueblos de la isla de Gran Canaria. Su obra La ruleta del sur (1956) es un poema escenificado que se estrenó al aire libre, en el marco del Pueblo Canario.

El Teatro Insular de Cámara se disolvió en 1968, tras la marcha a Madrid de su director, Ricardo Lezcano; pero en sus doce años de existencia fue una luz en el desierto cultural que era Canarias en aquellos años, en los que Pedro fue actor, director y dramaturgo, con su característico entusiasmo.

Lezcano, Narrador

La contribución del autor al campo de la narración está representada por su cuento El pescador (1964), que también ilustró con grabados sobre cinc. Se trata de una breve historia sobre el retorno de un pescador a su pequeño pueblo, después de haberlo abandonado huyendo del hambre y haber desempeñado diversos oficios en la gran ciudad. El regreso del protagonista no es un fracaso sino un éxito, pues el pescador ha aprendido cómo rentabilizar su trabajo y el de sus vecinos, evitando la explotación de los intermediarios.

Live Diferent

Más amplia es su muestra narrativa Cuentos sin geografía (1968), libro ilustrado por Antonio Padrón, donde incluye cuentos que podríamos clasificar en tres grupos: los que desmitifican convenciones sociales, los que presentan la rebeldía del hombre frente a fuerzas superiores y los que delatan injusticias. Con posterioridad publicó Diario de una mosca. La rebelión de los vegetales (1994), donde recogió un cuento inédito e incluyó otro que ya había dado a conocer en Cuentos sin geografía.

Lescano, Poeta

Esta es la faceta más conocida de Pedro Lezcano. Sintéticamente, su trayectoria puede resumirse en una frase: de trovador a juglar. La poesía de Lezcano fue primero intimista y amorosa, al estilo de los colaboradores de la revista Garcilaso y con el inequívoco cultivo del soneto petrarquista que utilizó en sus primeros poemas y plaquettes, como Cinco poemas (1944) o Poesía (1945); pasó luego a ser la poesía desarraigada de Espadaña y la costumbrista de Romancero canario (1946), decantándose posteriormente a temas más profundos, como Muriendo dos a dos (1947) o Romance del tiempo (1950) –también ilustrado con dibujos suyos-; llega por fin a su obra más completa, Consejo de paz (1965) y desemboca en una producción literaria donde el compromiso ético será predominante. Su librito Romances (1977) debe tener la consideración de una recopilación de romances, pues sólo incluyó uno inédito. Paulatinamente relega el  soneto sustituyéndolo por el romance y la silva asonantada. Nunca abandonará Lezcano la métrica, cultivando soneto, romance y silva con preferencia. En este sentido, su utilización de la silva es magistral, como exponente de la conjunción de la lírica tradicional y la culta.

Las Canteras

– Las Canteras

Consejo de paz

A Fernando Sagaseta

1
Muchachos que soñáis con las proezas
y las glorias marciales.
Bajaos del corcel, tirad la espada;
los héroes ya no existen o están en cualquier parte.
Llegará la hora cero de ser héroes
cualquier día cruzando cualquier calle.

2
Contables misteriosos
cerrarán un balance.
Decretarán la nada entre los hombres
misteriosos contables.
Cuando en los hondos sótanos,
valientes y cobardes
recen al Alto Mando
por un soplo de aire.
No los oirá ni Dios, que está más cerca;
no los oirá ya nadie.

3
Negación de los nombres.
Negación de las frases.
Si no sois primavera, espuma o viento,
Fuerzas de Tierra, Mar y Aire;
si el vendaval no sois ni la semilla,
ni la lluvia que nace de los mares,
usurpadores sois de las palabras
nobles y elementales.

4
Homicidas sin culpa se disfrazan
del color de la tierra y de los árboles,
con floridos ramajes en las frentes,
como en las bacanales…
Pero no son alegres las canciones
que inspira el mosto de la sangre.

5
Muchachos soñadores de epopeyas,
escuchadme:
El pecho es el lugar que se designa
para el balazo de los mártires.
El pecho, nave heroica
donde retumba el corazón amante,
donde el plomo penetra limpiamente
como en templo de sangre…
Pero sucia de barro y excremento,
cae la estatua de Marte.
Vuestras definiciones,
vuestras sabias verdades,
la inteligencia es pus sobre las frentes
de miles de cadáveres.
Y en la tierra abonada por la muerte
sólo he visto crecer la flor del hambre.
Muchachos soñadores,
bajaos de corcel, tirad el sable.
Cuando las botas pisen los olivos
y su símbolo aplasten,
coged su savia espesa, echadla al mar,
y veréis cómo aplaca tempestades.
(Consejo de paz, 1965)

He vuelto al mar

He vuelto al mar, he hincado la rodilla,
hechas mis manos valvas del pecado.
He pedido perdón, he perdonado;
yo a su duro coral, él a mi arcilla.
Mil orejas de nácar a la orilla
han venido y mi voz han escuchado;
pero el mar es muy viejo y ya ha olvidado
mi lenguaje, reseco de Castilla.
Con su ribera impar y su mutismo,
con su arrastrar eterno de cadenas,
su silencio nombrándose a sí mismo,
todo lo olvida el mar, todo, y apenas
quien de él tomó sudario o quien bautismo
es una huella más en las arenas.

Plagios en desagravio de la rosa

Pura, encendida rosa,
émula de la llama,
ya te hemos olvidado los cantores,
pura rosa apagada.
La dicha de los hombres permanece,
mientras muda de nombre su desgracia.
Los tiranos, las pestes,
sus apellidos y sus fechas cambian,
y así será anacrónico
acaso ya mañana
hablar del vietnamita
que defiende su casa.
Tú, en cambio, rosa pura,
hoguera sin mudanza,
aunque fugaz – pues te inauguras y ardes
la víspera del día en que te apagasen
relevo sin fi n, rosa tras rosa,
haces eterna tu belleza en llamas.
Yo particularmente sigo amándote;
mi corazón te lleva en la solapa.
Te acaricio, deshojo tu corola,
sorteando el amor en dos palabras.
Y, sin embargo, yo comparto, rosa,
ese silencio donde en paz descansas,
yo tampoco te canto
porque otras cosas piden la palabra.
Tú eres ya una canción compuesta,
sólo hemos de escucharte y tú te cantas.
Y aunque todos los hombres sin descanso
tu nombre declinaran
– rosa, rosae, rosam.. .la primera
declinación de la feliz Arcadia-,
por eso ni la vida ni las rosas
se tornarían más rosadas.
Aquí y ahora existen
cosas que con nombrarlas se levantan,
que nacen o se acercan si se dicen,
despertando a bandadas la esperanza.
Y es preciso cantarlas sin respiro,
delante de sorderas y de tapias,
delante de las tumbas enronquecer gritándolas.
Yo te quiero en silencio (y aún te canto
en voz baja).
Algún día serás nuestra canción primera,
cuando hayas florecido en todas las ventanas.

Endecha de las dos islas (Tenerife, Fuerteventura)

Mi tierra verde,
tu tierra parda.
Mi tierra erguida,
tu tierra echada.
Mi tierra grita,
tu tierra calla.
Mi tierra vive,
la tuya aguarda.
Sueño tus llanos,
tú mis montañas,
Yo en tu sombrera
con anchas alas.
–Te quiero, hermano.
–Te quiero, hermana;
deja tus suertes,
deja tus gavias.
Fuerteventura,
¡fuerte desgracia
que no vivamos
la misma casa,
puerta con puerta,
cama con cama,
sueño con sueño,
maga con maga!
Mi agua es dulce,
la tuya amarga;
mía la rosa,
tuya la aulaga.
Yo la fatiga.
Tú la esperanza.

Romance del Corredera (Fragmento)

El Asesinato

¡Garrote, garrote vil,
el nombre ya no te sienta;
garrote, más noble eres
que la ley que te manejas!
Sánchez, verdugo de oficio,
con tantas mujeres a cuestas,
ha visto tan alto a Juan
desde su talla pequeña,
que eleva el garrote vil
un palmo más de la cuenta.
Cuando cae en el error
palidece y titubea;
¿habrá que montar de nuevo
la maquinaria siniestra?
Todo el mundo tiene prisa:
que aquella infame tarea
de ahogar a un hombre valiente
les hace sentirse hienas…
De pronto la voz de Juan,
tranquila, hasta dulce, suena:
‘No bajen el matadero,
que no merece la pena.
Pongan dos mantas dobladas
en mi banco de madera;
y así alcanzaré la muerte,
que ella dónde está me espera’
Lo hacen temblando;
dos guardias vomitan
en las tinieblas;
otro llora; al director
no le sostienen las piernas…
‘Creo en Dios el creador
de los cielos y de la tierra…’
(Mientras Juan García muere,
Sánchez, el verdugo reza)

La Maleta

Ya tengo la maleta,
una maleta grande, de madera:
la que mi abuelo se llevó a La Habana,
mi padre a Venezuela.
La tengo preparada: cuatro fotos,
una escudilla blanca, una batea,
un libro de Galdós y una camisa
casi nueva.
La tengo ya cerrada y rodeándola
un hilo de pitera.
Ha servido de todo. Como banco
de viajar en cubierta,
y como mesa y, si me apuran mucho,
como ataúd me han de enterrar en ella.
Yo no sé dónde voy a echar raíces.
Ya las eché en la aldea.
Dejé el arado y el cuchillo grande,
las cuatro fanegadas de la vieja…
– La hostelería es buena, me dijeron.
Y cogí la bandeja.-
Sí señor, no señor, lo que usted mande,
servida está la mesa…
Yo por vivir entre los míos hago
lo que sea.
Vi a las mujeres pálidas del norte
arrebatarse como hogueras
y llevarse las caras como platos
de mojo con morena,
tanto que aquí no dejan ni rubor
para tener vergüenza…
Vi vender nuestras costas en negocios
que no hay quién los entienda:
vendía un alemán, compraba un sueco,
¡y lo que se vendía era mi tierra!
Pero no importa, me quedé plantado.
Aquí nací, de aquí nadie me echa.
(Hasta que el otro día lo he sabido,
y he hecho de nuevo la maleta.)
He sabido que pronto van a venir de afuera
técnicos de alambrar los horizontes,
de encadenar la arena,
de hacer nidos de muerte en nuestras fincas,
de emponzoñar el aire y la marea,
de cambiar nuestros timples por tambores,
las isas por arengas,
las palabras de amor por ultimátums,
por tumbas las acequias…
Si se instalan los técnicos del odio
sobre nuestras laderas,
los niños africanos, desvelados
bajo la lona de sus tiendas,
mirarán con horror las siete islas,
no como siete estrellas,
sino como las siete plagas bíblicas,
las siete calaveras
desde donde su muerte, y nuestra muerte,
indefectiblemente se proyectan.
Yo por mi parte cojo la maleta.
La maleta que el viejo
se llevó a las Américas
en un barquillo de dos proas,
¡Qué valientes barquillas atuneras!
Tienen dos proas, una a cada lado,
para que nunca retrocedan.
Vayan a donde vayan siempre avanzan.
¿Quién dijo popa? ¡Avante a toda vela!
Y yo…voy a marcharme, reculando.
Voy a dejar que crezca
sobre esta tierra mía
toda la mala hierba.
Voy a volver la espalda al forastero
que vendrá con sus máquinas de guerra
para ensuciar de herrumbre las auroras,
de miedo las conciencias…
Pensándolo mejor, voy a sacar de la vieja maleta
el libro, la escudilla, la camisa,
la batea, voy a pintar y a barnizar de nuevo
su gastada madera,
voy a quitarle el hilo y a ponerle
la cerradura nueva.
Y con ella vacía me acercaré a La Isleta,
y al primer forastero de la muerte
que llegue a pisar tierra
se la regalo, para siempre suya,
y que la use y nunca la devuelva.
¡No quiero más maletas en la historia de la insular miseria!
Ellos, ellos, que cojan ellos la maleta.
Los invasores de la paz canaria
que cojan la maleta.
Los que venden la tierra que no es suya
que cojan la maleta.
Los que ponen la muerte en el futuro
¡que cojan la maleta!
¡Que cojan la maleta,
que cojan para siempre la maleta!

Me gusta mostrar al Mundo desde esta revista lo que a mi me enamora y poderles contagiar a cada uno de ustedes que me leen en este momento el amor a mi tierra.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
PageLines