De palmera a palmero; Don Ignacio González Martín, gracias

De palmera a palmero; Don Ignacio González Martín, gracias

Fátima Hernández Pérez

Aprended, flores de mí,
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui
y hoy sombra mía no soy.
Lope de Vega, La moza del cántaro.

La vida nos enseña que la nuestra es breve, parece que hace pocos años que conocía a don Ignacio González Martín, pero a mí que tanto me cuesta mirar los años pasados, hoy tengo que hacer un recorrido a mí vida para poder descubrir cuánto tiempo pasó desde que lo conocí. Según mis cálculos más de treinta y cinco años aproximadamente, más de la mitad de mi vida…Durante ese largo periodo de tiempo tengo que reconocer mi gratitud a un caballero que siempre en su trato conmigo fue afectuoso y respetuoso, algo recíproco por mí parte. Me aconsejó sabiamente en momentos duros vividos por mí, así, poco a poco y con gran admiración a su persona me fui ganando su confianza y respeto, siempre tenía su puerta abierta para comentarle alguna duda o problema, su sonrisa “socarrona” y su no rotundo, cuándo un día le pedí (hace ya muchos años) marcharme a trabajar a otro país; “no lo permitiré” fueron sus tajantes palabras.

Certero es cuando dicen “hablaran bien de mí, cuando ya no esté”, este no es mí caso, siempre fui leal a su persona, además, don Ignacio González Martín, siempre lo supo en vida.

Al enterarme de su partida sentí bastante malestar, ya que no estaba en el lugar adecuado para marcharse… A un caballero longevo, enfermo y muy apegado a su familia le correspondía otro lugar desde el que partir, sentí impotencia ante la intolerancia de unas leyes absurdas para un señor de edad tan avanzada; doble rasero para medir leyes a personas longevas, así lo llamo yo.

Ahora solamente me queda expresar mi inmensa gratitud, respeto y cariño, gracias don Ignacio González Martín