Cruces y mayos en San Andrés y Sauces

Cruces y mayos en San Andrés y Sauces

Autor: Belén Lorenzo Francisco

Al acercarse el quinto mes del año se aceleran los preparativos destinados a celebrar la Fiesta de la Cruz, donde tradición y novedad se unen para hacer de cada edición un acontecimiento similar y, a la vez, diferente. En la isla de La Palma son varios los municipios que engalanan sus cruces durante estas fechas, desde la capital (donde se conmemora también la fundación de la ciudad) hasta lugares como Breña Alta, Breña Baja o Villa de Mazo.

Otra de las localidades de la Isla Bonita que se encuentra unida al símbolo de la cruz es San Andrés y Sauces. Ya en su toponimia se recuerda al apóstol que murió crucificado y, por tal motivo, su escudo incorpora un escusón con una cruz en forma de aspa. Además de esta, el diseño heráldico contiene dos cruces flordelisadas con espigas en sus ángulos, correspondientes al linaje del Adelantado Alonso Fernández de Lugo. La cruz de San Andrés es evidente también en la bandera del municipio, pues lleva un aspa de color oro cuyos extremos se extienden hasta las esquinas de la misma.

Ante la llegada del tres de mayo, las abundantes cruces de San Andrés y Sauces se engalanan con flores, siendo las principales la Cruz Grande, la Cruz de La Serrana, la Cruz de La Lama, la Cruz de Bajamar, la Cruz de Puerto Espíndola y la Cruz de Los Galguitos. Recientemente, esta última ha incorporado la tela como material y, también, la presencia de “mayos”, es decir, de simpáticos peleles que representan alguna escena para diversión de quien los visita.

Además de las citadas, cabe destacar la existencia de un Calvario construido en 1681 en el pago de San Andrés, cuyo adorno tradicional está constituido por azucenas y palmeras; y, también, la presencia de numerosas cruces en el monte del municipio, todas ellas con una denominación propia, que se decoran con helechos y flores.

Aún así, son muchas las cruces del municipio. Antiguamente, la mayoría de las casas contaba con una cruz que se adornaba con motivo de la festividad del tres de mayo, guardándose en el interior de la vivienda una vez transcurrida la jornada, a la espera del año siguiente.

Como no podía ser de otra forma, y tal como sucede en otros lugares de la isla, los vecinos del municipio son los que, año tras año, y de manera desinteresada, han mantenido viva esta tradición, haciendo de ella un arte.