Carlo Forte & Sergio Linares El encuentro de dos artistas y una obra consecuente
Carlo Forte & Sergio Linares El encuentro de dos artistas y una obra consecuente
Celestino Celso Hernández
Amplia es la nómina de artistas que se han formado a sí mismos. También la de quienes se iniciaron en talleres, con algún maestro, o tuvieron una formación académica e incluso realizaron una carrera artística oficial, para luego dejarse ir por un camino propio, experimental, a la búsqueda de sí mismos y de una obra creativa más personal. En muchos de estos casos, tales elecciones formativas y vitales, y también los giros sobre lo ya iniciado, suelen ir unidos a reflexiones sobre una realidad y un entorno con los que estos creadores se muestran renuentes.
Un buen ejemplo de lo que comentamos lo podemos encontrar en los dos artistas, que son protagonistas del presente texto y de la exposición a que hace referencia, Carlo Forte y Sergio Linares. Un artista de origen italiano, Carlo Forte, hecho a sí mismo, en el pleno sentido de la palabra, que ha elegido la isla de Tenerife como lugar en el que desarrollar su vida y su arte, hace ya la nada desdeñable cifra de cuarenta años. Y un artista canario, Sergio Linares, que tras formarse en la isla y rastrear parte del mundo, más allá de las orillas insulares, ha decidido también hacer frente a la vida y al arte desde las tierras del sur de Tenerife.
La historia, y la historia del arte en particular, en el tiempo transcurrido hasta el presente, nos ofrece algunos momentos de particular referencia, en el que los artistas comenzaron a posicionarse al margen de la formación académica, o si en ella se habían iniciado decidieron alejarse de la misma. Abandonaron los lugares más desarrollados, también más ruidosos y contaminados, y se encaminaron a los entornos rurales y a la búsqueda directa de la naturaleza, incluso a integrarse plenamente en ella. La revolución industrial, del siglo XIX, y todo lo que con ella vino, tanto para bien del desarrollo de la humanidad, como para la pérdida de muchos de nuestros valores y esencias, en particular en lo que hace a nuestros recursos naturales, creó un marco específico en el que muchos artistas tomaron decisiones nada habituales. Es el caso, sobre todo, de los artistas englobados en el preimpresionismo, impresionismo y postimpresionismo, teniendo a Francia como principal escenario, sin olvidar pasos previos como el protagonizado por la ‘Hermandad Prerrafaelista’, en Inglaterra, con J.E. Millais, D.G. Rossetti y W.H. Hunt. Como bien indica el nombre de este grupo desistieron del arte académico, imperante en el siglo diecinueve, y giraron hacia el arte anterior al Quattrocento, que se veía como menos condicionado por las normas académicas, y por consiguiente como más libre y más puro. Algo similar podemos decir de otra hermandad, esta vez en Alemania, la ‘Hermandad de San Lucas’, más conocidos por los ‘Nazarenos’, con artistas como J.F. Overbeck, F. Pforr, P.v.Cornelius y W.v.Schadow. Otro paso importante, en esta línea, fue el que dieron los realistas franceses, más en concreto los asociados a la denominada ‘Escuela de Barbizon’, reunidos en el pueblo del que toma nombre, cerca del bosque de Fontainebleau, con artistas como Th. Rousseau, J-B. C. Corot y J.F. Millet.
Podríamos preguntarnos cómo reaccionarían nuevos artistas, un siglo y medio más tarde de aquellos pioneros, a los que acabamos de hacer referencia. Y también cuestionarnos cómo lo harían, teniendo en cuenta que si bien el desarrollo ha continuado, hasta un punto muy avanzado, ya no industrial sino tecnológico, el deterioro de la naturaleza ha sido superior, hasta provocar un cambio climático, al decir de muchos expertos, nada halagüeño en sus consecuencias. Los artistas siguen reaccionado, se siguen posicionando y tomando decisiones incluso nada fáciles. Carlo Forte y Sergio Linares pueden ser buen ejemplo de ello. No pretendemos desgranar las biografías de Carlo y Sergio, que por otra parte recomiendo que se les eche un vistazo, porque hay en donde fijarse y aprender, de los trayectos que han seguido, de las dificultades que han superado, de lo mucho que han aprendido y de los resultados que han obtenido y nos ponen a nuestra disposición. Vamos pues a fijarnos en las obras que nos proponen Carlo Forte y Sergio Linares.
Una primera impresión, con la que podemos posicionarnos, al situarnos ante las pinturas de CARLO FORTE, es que nos encontramos ante una temática en la que el cosmos, el universo, los cielos, también los mares, son los protagonistas. Y no nos equivocaríamos, pues de hecho observaremos la presencia, en buena parte de sus cuadros, de un elemento circular, una esfera, que bien pudiera ser uno de los planetas, un astro, o un satélite, la Luna en particular. Sí que añadiríamos, casi de inmediato, que no nos encontramos ante una representación naturalista, tampoco cartográfica, por parte de Carlo, en todo caso ante un cosmos, un universo, que nuestro pintor ha hecho propio, al que le ha dado lectura propia, y que nos presenta a través de sus particulares y personales interpretaciones.
El Dr. Carlo Francou así lo apunta también, cuando nos dice que “Con Carlo Forte nos enfrentamos a la justificación elemental del hombre, la libertad (…) poner en el lienzo los sencillos sentimientos y estados de ánimo de su mundo interior en una búsqueda continua (…) Sin embargo, no es una verdadera figuración, sus imágenes se convierten en abstracciones, juegos de color, vibraciones y tensiones cromáticas, vórtices (…) Incluso el paisaje de Forte nunca es una representación real de lo existente; el artista lo transforma, transfigura” (1)
Aquí nos encontramos, ante las composiciones pictóricas de Carlo, ante una sinfonía de colores, desde luego, de colores vivos, encendidos, buena parte de las veces, sí, pero también colores matizados. Un caso concreto son los cuadros más recientes de Carlo, en los que apenas hay color,para transmitir una luz específica como la que resulta de paisajes nevados, una paleta fría, monocorde, fruto de las impresiones que obtuvo en uno de sus últimos viajes, en este caso a los países nórdicos. Sinfonías, sí, cromáticas, sí, e incluso musicales, como bien ha sabido interpretar Ingrid, la compañera de Carlo, al elegir un acompañamiento musical, para producir un audiovisual, que recoge las cuatro décadas de Carlo Forte como artista, desde su llegada a Tenerife. El profesor Swami Chaitanio hace alusión a los medios y a la luz, al escribir sobre la obra de Carlo, afirmando: “Con los medios de la pintura aleatoria, […] La fuente de la luz es difusa y omnipresente porque el pintor refleja su luz propia dentro de sus cuadros (2)
Las referencias suelen estar presentes en las obras, aquí también. La artista Leandra Estévez las relata, incluso contrapuestas: “El carácter plástico dominante participa, a la vez, de un tema simbólico, de una mancha expresionista, de un naturalismo cercano a la pintura
(1) Dr. Carlo Francou, Panorama Art
(2) Prof. Swami Chaitanio Steiner, Universität de Stuttgart
japonesa” (3) Hay ocasiones, sin embargo, en las que las referencias, al contemplar una obra, están más en nuestro propio bagaje artístico, en nuestra memoria, que en la aplicación o intervención por parte del artista. Y tenemos la sensación que, en las obras de Carlo, se da una de estas situaciones, más aún conociendo su periplo de Italia, en donde inicia sus días en la ciudad de Piacenza, de la Emilia Romaña, el año 1943, a una experiencia laboral en Etiopía, y viajes de observación y conocimiento a Tenerife, la India, Norteamérica –Oregón- y Sudamérica. Un auténtico periplo de vida y experiencia, en suma, que devuelve a Carlo Forte a nuestra isla de Tenerife, en donde acaba eligiendo el espacio desde el que emprender su definitiva aventura, la del arte, en la que ahora le volvemos a encontrar, transcurridos ya cuarenta años. Él mismo había rehabilitado una antigua casa en ruinas, en el municipio de Arona, hacia el interior, alejado de la zona costera, a la búsqueda del paisaje, el silencio, la paz y la energía que necesitaba. El propio artista califica la obra surgida, en estas circunstancias, como de un estilo “intuitivo”, e incluso podemos leer, en la presentación de su perfil, que es algo surgido desde un espacio de silencio y meditación, del corazón y no de la mente.Los “paisajes del alma”, se nos indica, llenan sus telas de alegría e intensidad.
Cómo no iban a influir todos estos lugares, tan distintos y distantes, no sólo en la persona de Carlo, sino también en la creación artística, que se había propuesto emprender. Los colores de África, por ejemplo, la luz de Tenerife, mucho también, como hemos tenido oportunidad de contrastar en conversación con nuestro artista, en su actual estudio de la Costa del Silencio. Ahora, Carlo ha vuelto a la zona costera, sí, de la que puede identificarse al menos con el nombre de “silencio”. Además, desde lo alto de su estudio puede seguir contemplando nuestro inspirador pico de El Teide, y también el paisaje de las medianías de la isla, en donde inició esta última y ya prolonga etapa creativa de su vida.
Los inicios de SERGIO LINARES, que dio sus primeros pasos de vida, en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, el año 1968, sí transcurrieron por los cánones de la formación en los estudios superiores de bellas artes, en
(3) Leandra Estévez
los que llegó a alcanzar la Licenciatura por la Universidad de La Laguna, el año 1992. Para entonces ya había participado en muestras colectivas, desde 1988, e incluso protagonizado alguna exposición individual, en 1989. Sin embargo, bien pronto Sergio cayó en la cuenta de que, en el sur de la isla, todo estaba prácticamente por hacer, particularmente en el mundo del arte. De ahí que, además de su propia obra, comenzase a hacerse cargo de otros cometidos, también en el entorno artístico, para su propia supervivencia y para incentivar el panorama plano del arte, en esta amplia zona de la geografía insular. Actividades que han ido desde la docencia, a la decoración, el diseño gráfico e incluso la actividad galerística. Por citar sólo algún dato de su trayectoria profesional, el año 1994 lo encontramos participando en una colectiva titulada «Artistas del Sur», en la galería “El Taller”, de La Camella, Arona, que desarrollaba una encomiable labor, casi que en solitario, en pro de los artistas y el ambiente más favorable para su desarrollo y el de sus obras. Y seis años después de esta cita, en 2002, Sergio vuelve a estar en otra colectiva, con el “Grupo ARTESUR”, esta vez en el Centro Cultural de Adeje.
Nos preguntamos, entre tanto, qué ha sucedido con la obra de Sergio Linares. El propio artista nos confiesa que él si articula su trabajo en series sucesivas, que van avanzando una sobre otra, creciendo y planteándole nuevos retos, al tiempo que nuevos interrogantes. Retos que intenta resolver, para ofrecer los hallazgos de tales incursiones, a veces duras, por periodos de tiempo no preestablecidos. En el blog,(4) que el artista ha preparado, y nos ofrece para conocimiento de su trabajo en el arte, él mismo nos señala las series ‘Péndulos’, entre el año 200 y el de 2006, ‘Nudos’, de 2007 a 2008, ‘Huellas’, de 2008 a 2013, ‘Atmósferas’, de 2013 a 2015, ‘Trazas’, de 2015 a 2016 y ‘Junturas’, de 2016.
Sergio Linares es un pleno” laborador” de su obra, en el sentido de trabajar en un estudio convertido en un laboratorio, no sólo en su fase definitiva, sino también en las fases previas de búsqueda de materiales, de estudio de los mismos, reparaciones, correcciones, añadidos, hasta (4)
http://linaresergio.blogspot.
encontrarles un resultado estético, también poético. Hablamos de materiales nada fáciles de tratar, de aplicar directamente al lienzo o a la base de chapa, tal como los que vienen preparados desde las tiendas especializadas. No, a nuestra artista le ha dado por ir al rescate de la madera, la madera que ya ha sido aplicada, utilizada para otros cometidos, como su uso en ventanas, en cajas, o en puertas, entonces ajenos a ningún resultado artístico. Sergio los analiza, como un científico, o los estudia como un arqueólogo, hasta que les va encontrando su encaje en lo que, desde su mente y desde su instinto creativo, va fraguando para las composiciones plásticas, que al fin nos ofrece. El resultado es muy gratificante, atrapándonos en la lírica que llega incluso a alcanzar. Hay una declaración, al respecto, que el propio artista ha incluido en su blog:(5) “El alma es de madera, y desde su naturaleza se acrecienta en verdad para proyectarse hacia una nueva presencia. A partir de vestigios orgánicos, rudimentos, perfiles erosionados y colores rotos, surge una imperfección orgullosa, como rescatada desde algún angosto camino desechado.”
Aquí hay todo un recorrido, sin duda, hay indagaciones en etapas del arte, que podemos remontar a composiciones cubistas de Picasso, más de Juan Gris, y progresando en el tiempo a hallazgos de la abstracción informalista y matérica, europea y española, y más adelante aún en el arte póvera italiano, con artistas como Alighiero Boetti y sus composiciones a base de bordados de lana. Incursiones también en las obras de determinados artistas, algunos más significados y sus trabajos más conocidos, como Manolo Millares, y la personal y particular elaboración de sus arpilleras, a partir de telas de sacos de uso industrial y comercial. De artistas como Antoni Tápies y César Manrique, y otros no tan recurridos y recordados, como Lucio Muñoz y Salvador Soria.
Sergio Linares, en efecto, recurre a procedimientos del collage, más aún del ‘assemblage’, reuniendo telas, trapos, matrices de imprentas, postigos, puertas trabajadas, buscándole el alma a la madera, como se encarga de recordarnos el artista, que devienen en suma gratificantes composiciones de madera. Una satisfacción, podemos asegurar, el encuentro con las obras de Sergio, y todo el mundo que ellas albergan.
Director del Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl MACEW, y Vice Presidente de Arte del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias IEHC, en Puerto de la Cruz.