CANARIAS: EL MOMENTO ES AHORA

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CANARIAS: EL MOMENTO ES AHORA
Impresiones de un “reemigrado”

Fernando Fernández Martín

Cinco plantas de un bloque en construcción frente al mar. Podemos imaginarnos cómo quedará la calle una vez construyan otro edificio aún más alto junto al risco de detrás.

Cinco plantas de un bloque en construcción frente al mar. Podemos imaginarnos cómo quedará la calle una vez construyan otro edificio aún más alto junto al risco de detrás.

Por Fernando Fernández Martín. Licenciado en Derecho y Administración de Empresas. Posgrado en Antropología Social y Cultural. Músico electrónico.
Tras años entre estudios, trabajos y aventuras “por esos mundos de Dios”, le llega a uno ese momento en la trayectoria de un migrante que nuestro reconocido biólogo Antonio Machado y su genial esposa, la escritora y periodista Chusy Hernández, llaman “la recaída del mago”, lo cual consistiría en, habiendo considerado uno haber visto lo visto, empezar a no soportar ese sentimiento tan canario como es la añoranza y , más consciente y agradecido que nunca por este paraíso en el que tuvimos la suerte de aterrizar, querer regresar a echar raíces en él.

Lo cierto es que con el tiempo las islas se han convertido en una opción cada vez más atractiva no solo para visitar, sino también para vivir. Eso que los Americanos llaman el Staycation, que aquí en Canarias conocemos desde hace tiempo, se ha venido sumando a una migración intra y extra comunitaria, al tradicional turismo de charter, a los low costs y al alquiler vacacional, hacen que uno, que está de regreso, se encuentre con unas islas por lo general en un estado de saturación con sonados problemas de vivienda, ambientales e infraestructurales.

Sí, en Canarias se vive con una calidad de vida que, ahora más que nunca y visto como está el mundo, se puede afirmar que tiene difícil parangón. Pero el problema es que, como suele ocurrir, los mejores secretos circulan a voces, y más aún en estos tiempos de tanta hiper conectividad y posturno como los que corren.

No hay sino que observar un momento a los turistas para contar el número de fotos que se sacan y publican en las redes sociales, todas por lo general perfectamente etiquetadas, lo cual es la mejor promoción gratuita, y a la vez la mayor amenaza, que jamás hayan tenido las islas. Con todo esto, y digan lo que digan las previsiones de ocupación (al parecer a la baja en todo el territorio nacional), lo cierto es que esto está petao y quizás sea el momento de abordar la difícil cuestión sobre cuál es la visión que los canarios tenemos de nuestras islas de cara a un futuro que ya está aquí.

Así, durante los 3 ó 4 meses que llevo de reinmersión en mi Tenerife natal, me he dedicado a descubrir y redescubrir cada rincón de sus costas y montes, dando también algún salto a alguna que otra isla. A Gran Canaria, isla que lo tiene todo, y lo dice un chicharrero sin esa envidia interinsular que tanto daño nos ha hecho. A La Palma, de donde es toda la sangre que corre por mis venas y a Fuerteventura, en donde hacía mucho que no estaba y a donde una retrasada fiebre por el surf me ha hecho felizmente volver. He aprovechado así para no solo hacer turismo por mi tierra sino para realizar también algo de investigación social con paisanos y visitantes, esos pilares de nuestra economía cuya opinión es tan importante como desconocida, sobre el status quo y el devenir de nuestro tan rico y variado archipiélago. A través de conversaciones rápidas pero guiadas, eso que se llama Observación Participante y que constituye la especificidad metodológica de la Antropología como Ciencia Social, en lugares públicos como cafeterías, merenderos y guachinches varios, así como otros relatos más largos y continuados con algunos individuos cuando coincidimos por las mismas rutas o, sencillamente, mientras esperamos una nueva serie de olas, he ido dibujando un esquema de cómo están viviendo los canarios en este momento su cotidianeidad y cómo nos ven los turistas una vez retornan a sus destinos.

Cinco plantas de un bloque en construcción frente al mar. Podemos imaginarnos cómo quedará la calle una vez construyan otro edificio aún más alto junto al risco de detrás.

Cinco plantas de un bloque en construcción frente al mar. Podemos imaginarnos cómo quedará la calle una vez construyan otro edificio aún más alto junto al risco de detrás.

La gente, como dice aquel, está preocupada. Y es que, con un clima que nos permite hacer vida al exterior durante todo el año, es normal que lo que los empresarios y políticos decidan hacer de nuestro entorno sea del máximo interés y preocupación, ya que, nos preguntamos siempre, qué pasara el día de mañana si los turistas dejaran de visitarnos, tal y como por otra parte ya ocurrió en el pasado.

¿Podremos encontrar aún un rincón de la costa en donde disfrutar del paisaje y la naturaleza sin tener que atravesar muros para hacernos hueco entre tanta toalla y crema solar? ¿Podremos permitirnos comprar o alquilar una vivienda, buscar un trabajo o, mejor aún, iniciar una actividad que no esté relacionada con el turismo o con la construcción y/o que incluya depender de salarios y condiciones precarias que rondan la explotación laboral?. Ello, dicho sea de paso, sin tener que desplazarnos horas por unas islas cada vez con un mayor número de automóviles y en las que, cuestiones de carriles y cinturones insulares a parte, no se entiende por qué todavía no haya un tren que conecte los principales núcleos poblacionales con donde están hoy los centros económicos, o sea, con las denominadas “zonas turísticas”.

Nadie parece estar entendiendo, por cierto, que las islas en su totalidad son zonas turísticas y que además seguimos con una altísima dependencia de este sector, de cara a una tendencia mundial que está en plena fase de mutación.

Creo pues que de lo que nos deberíamos de ocupar en última instancia es de evitar que se tengan que realizar desplazamientos tan largos para ir de casa al trabajo. Y, en caso de tener que hacerse, pues que se puedan realizar sin tener que arriesgar la vida en unos cansados, costosos y contaminantes trayectos en lugar de poder ir cómodamente leyendo, chateando con el móvil (ya nadie habla con el vecino) o, simplemente, recuperando unos minutos de sueño en un cómodo, seguro y sin duda menos contaminante ferrocarril.

Volviendo a la cuestión de la masificación, Óscar Izquierdo, Presidente de la Confederación de Empresarios de la Construcción en Tenerife, en un artículo publicado en esta misma web, afirma que el desarrollo económico de las islas siempre ha estado ligado a la construcción, pero que debido a la saturación que presenta la isla, habría que abogar por la rehabilitación y amejoramiento de tantos espacios que hay abandonados y deteriorados. Me parece una propuesta muy lógica y que hay que apoyar.

Cinco plantas de un bloque en construcción frente al mar. Podemos imaginarnos cómo quedará la calle una vez construyan otro edificio aún más alto junto al risco de detrás.

Claro que uno se pregunta qué pasa con los pocos lugares sin “desarrollar” que todavía quedan en nuestra costa, sobre todo con esos otrora llamados “espacios naturales reservados”, hoy masificados por hoteles, apartamentos y mamotretos varios. ¿Seguiremos construyendo a mansalva y tan a menudo con ese estilo que jocosamente muchos visitantes llaman Modern Canarian Style?

En referencia, me temo, a un gusto tan distante de lo que era nuestra arquitectura tradicional, a una falta absoluta de respeto por el equilibrio ambiental y a una total ausencia de planes urbanísticos que integren el turismo con la vivienda y la cultura local.

En este sentido se pronuncia también Zoilo Alemán, representante de Lopesan, llamando la atención sobre la urgencia de construir con respeto y equilibrio para garantizar un destino que permita hacer otro tipo de actividades que no sean las del dolce fare niente con media pensión ya que éstas, asegura, están abocadas a desaparecer en muy corto plazo. Por cierto que, a pesar de ello, aquí en Tenerife los grandes hoteles han comenzado de nuevo a promocionar esa oferta de pulseras que ya sabemos lo poco que revierte a las economías locales. Mientras en Fuerteventura, única isla en la que las cifras de visitantes anuales siguen aumentando, escucho a un responsable político apuntándose el tanto, diciendo que es gracias a la “diversificación” de la oferta hotelera en la isla. A lo que yo me río pensando, bendito sea el viento…
Cabe también y ¡sobre todo! preguntarse cómo es posible que Canarias, junto a Las Baleares, sean los principales destinos turísticos de Europa, así como lugares donde la gente sueña con emprender una nueva vida, mientras siguen estando tan retrasadas en índices de pobreza y educación. En nuestro caso, dos islas capitalinas sumadas a esas maravillosas “islas menores”, sufridoras en menor medida de las consecuencias del turismo de masas y detentoras por tanto de una aventajada riqueza natural y cultural, deberían ser activos suficientes para saber generar riqueza, sin por ello tener que literalmente acribillar hasta la extinción a nuestra gallina de los huevos de oro.

Live Diferent
“Si en algo tenemos suerte los canarios es que el mar y las puestas de sol nos siguen, por ahora, saliendo gratis”, me dice un día un compañero mientras esperamos que llegue una nueva serie de olas. Por cierto, uno de los patrimonios naturales que más se han despreciado y arruinado en nuestras islas, mientras en otras partes del mundo constituyen un atractivo generador de un turismo consciente y respetuoso que a su vez participa en las economías locales.

Un claro ejemplo de ‘hippie surfero’ en el Sur de Tenerife que no ha de gastar sino en bocadillos 

En definitiva: ingenio, creatividad y sobre todo conciencia es lo que los ciudadanos tenemos que exigir y generar para evitar que se sigan haciendo tantos destrozos; esa creatividad que está ahí y que tan bien sabemos sacar cuando se trata de disfrazarnos en Carnavales. Cuatro años son tiempo más que suficiente para que se sigan adjudicando obras de macro hoteles para los que la demanda seguirá descendiendo. Por lo tanto, y ya metidos en un contexto electoral, es primordial conocer bien qué visión tienen los candidatos que se presentarán a las diferentes instancias. Muchos somos los magos que recaemos queriendo regresar a vivir y trabajar en nuestra tierra y de todos depende que no nos tengamos que volver a incorporar a esa diáspora, de la que poco se habla, a buscarnos de nuevo la vida a otra parte como Portugal o incluso Marruecos, por nombrar sólo a nuestros vecinos más cercanos. Ellos sí que están sabiendo sacar partido a su geografía y patrimonio histórico sin cometer las atrocidades que cometemos nosotros y es esa, por cierto, la razón, políticas fiscales a parte, por la que empresas como Google deciden abrir allí operaciones. La pregunta más bien es por qué Canarias, desde hace años, no es la California Europea. Claro que, por desgracia, no basta con tener una orientación, un clima y una vegetación semejantes…Sin cultura y sin ese ingenio para investigar e innovar, seguiremos abocados a seguir viviendo de la franquicia y de la subvención, con las consiguientes tasas de pobreza y desigualdad que ello provoca.

Un claro ejemplo de ‘hippie surfero’ en el Sur de Tenerife que no ha de gastar sino en bocadillos

Un claro ejemplo de ‘hippie surfero’ en el Sur de Tenerife que no ha de gastar sino en bocadillos

Por Fernando Fernández Martín.

Fernando Fernández Martín es Licenciado en Derecho por la Universidad de Alcalá de Henares y en Administración de Empresas por el CEU (MADRID), con estudios de posgrado en Políticas Comparadas realizados en la London School of Economics, así como en Antropología Social y Cultural en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).

Como investigador social y de mercados, cuenta con una amplia experiencia asesorando a empresas y multinacionales de diferentes industrias, así como analizando procesos electorales en diferentes países de Hispanoamérica.  Su afición y carrera paralela como DJ y productor de música electrónica le han hecho estar en contacto con distintas tendencias y realidades sociales. A parte de en España, ha residido en México, Estados Unidos, Francia, Bélgica y Alemania.

Su base (digital y analógica) está actualmente en las Islas Canarias, de donde es procedente.

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